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martes, 29 de octubre de 2013

rEDUvolution: ¿el nuevo disfraz del fracasado pedagogismo?

   Estaba yo leyendo el ABC, cuando me encuentro con esta frase: "No existe trastorno de déficit de atención, solo niños aburridos". Como me parece muy sensato este ataque al hipertrofiado timo de la hiperactividad, pincho en la frase y llego a una entrevista a María Acaso, autora de un libro titulado "rEDUvolution", una nueva propuesta de revolución educativa. La señora Acaso dice cosas con las que estoy de acuerdo y otras con las que no, pero hay una serie de factores que me hacen sospechar que nos hallamos ante una formulación más del pedagogismo estilo Movimientos de Renovación Pedagógica, o sea, ante una revolución que, como tantas otras en la historia, ya está hecha y fracasada, así que nos ha favorecido ya con su particular aporte de calamidades, muy en concreto, una: la LOGSE. De entre las cosas de la entrevista que me hacen desconfiar, citaré un cierto tono entre buenista y mesiánico, esa inevitable idolatría del pedagogismo hacia las nuevas tecnologías, la vieja y catastrófica propuesta de poner al profesor a la altura del alumno, la absoluta inconcreción al hablar de programas educativos y su consiguiente desprecio por los contenidos.
   Una revolución nada revolucionaria, de penosos resultados y ya bastante vista, insisto, que se divulga por vías como un libro publicado en una de las máscaras del grupo Planeta o la Fundación Telefónica, organizaciones descamisadas donde las haya en el mundo de hoy. Termino: lo que realmente me ha dejado perplejo de la entrevista ha sido la respuesta que ha dado la autora del libro cuando le han preguntado por el papel del profesor en la nueva pedagogía; reproduzco sus palabras:
   Su papel debe entenderse como un productor cultural, como un artista. Debe saber coger conceptos y remixearlos, entendiendo como remixear el sistema de producción contemporánea. Eso no es copiar. Es relacionar. Y crear tu "playlist" de la clase.
   ¿Qué jerigonza es esta? Y otra cosa que me pregunto: ¿cuántas clases habrá dado realmente la señora Acaso? Algo me hace pensar que no muchas, como a menudo he visto en multitud de grandes innovadores, consejeros y revolucionarios de la educación que en el mundo han sido.

17 comentarios:

  1. ¿Remixearlos? ¿Cómo se remixea? Por cierto, no sé como se conjuga este "verbo" ¿Qué tengo que remixear? ¿Quiere venirse la señora María Acaso a mi clase de 1º ESO D? Quizá se remixeen un poco sus ideas.
    No sigo, amigo mío, que me pongo borde.

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  2. A ese punto es al que quiero llegar: a las clases, buenas o malas. Con las malas hay que pelear para poder ejercer de profesor y con todas (buenas o malas), tienes que conseguir esto: que acaben el curso sabiendo más que cuando empezaron acerca de esas cosas que se te paga por enseñarles. Con estas cosas conviene no frivolizar: ni son fáciles ni vale cualquier apaño.

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  3. Yo, Pablo, la verdad, he recelado de esa frase sobre el déficit de atención y el aburrimiento. He barruntado que la señora estaba poniendo a los maestros de aburridos, de no saber motivar al alumnado.
    Estamos apañados. Ahora sólo nos faltaba que viniera la señora Acaso y se remixeara fuera del tiesto.

    Antonio Gallego Raus

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  4. Acertadísima observación, Antonio. Yo (con escaso fundamento, la verdad) le concedí el beneficio de la duda y me metí a ver si era de esas personas que son críticas con lo de la hiperactividad por un motivo: la preocupación que está empezando a producir ya el fácil y abusivo recurso a la medicación. Leí una información donde se hablaba de que en EEUU esto alcanza ya al 25% de los escolares y se empieza a sospechar que pueda estar detrás (al menos, hasta cierto punto) la industria farmacéutica: no sé si será cierto, pero, en todo caso, indica que tal vez deberíamos empezar a remixear este asunto. Antes, al niño que no paraba, se le daba un guantazo; ahora, lo hemos convertido en hiperactivo y lo inflamos a pastillas: entre las dos barbaridades, me parece más humana y menos peligrosa para la salud la de antes, no sé si al remixear el mundo el progreso nos está llevando a una playlist equivocada de las maneras de joder a los niños pelmazos.

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  5. Hasta donde yo sé o creo saber, sólo son acertados el 2% de los diagnósticos por hiperactividad, Pablo. Esto mismo lo reconoce hasta el muy logsiano J. A. Marina en sus maravillosas e ilustradoras competencias. La cosa no tiene mucho misterio, creo yo. Hoy no se sabe pararles los pies (ni la boca, ni la mas manos...) a un crío inquieto (o desinquieto, como dicen en mi pueblo). Mira, mi sobrinita (de 4 años recién cumplidos) es una petarda que no para ni un minuto. Yo no he visto cosa igual de cría. Pero eso no implica más que una cosa: que los adultos que la cuidamos tenemos que controlarla más de cerca, y ya está. Cuando se pone muy burreta, se la castiga y se le van los humos. Su padre, (mi hermano) lo hace muy bien. Cuando la guacha coge una rabieta le dice: "Llora, llora, querida, que tu maestra, tu madre y tus tías no te dejan llorar. Si ven que vas a llorar, pierden el culo para que no lo hagas. Conmigo no es así: puedes llorar todo lo que quieras. Pero que sepas que no así no conseguirás nada de mí. ¿Quieres llorar, Belén? Llora, llora." Y entonces, mi sobrina le responde que no, que o quiere llorar.
    ¿Sabes qué es lo peor de todo esto, Pablo? Que los críos lleguen a creer que la escuela tiene que ser divertida, y que si no lo es la culpa es del maestro. Y, como decía el juez Emilio Calatayud: "si es que la escuela siempre ha sido un tostón, y es que es normal que sea un tostón." Podrás hacer lo que quieras para amenizar ciertos temas, y eso está bien, pero pretender que todo sea divertido es un disparate. Mi trabajo no es divertido. La vida no es divertida. Estudiar es duro. Cuando nuestros críos se hagan mayores, tendrán que aprender lo dura que es la vida por sí solos. Quizá entonces se les escape un reproche: a mí me enseñaron en la escuela que los demás me tenían que motivar y divertir.


    Antonio Gallego Raus


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    Respuestas
    1. O sea, entonces porque todo es gris en las escuelas, porque todo siempre nos fue gris... tiene que seguir siéndolo??? La vida.. la vida es tal y como la quieras tener con un sol inmenso o una oscuridad total... todo depende de uno. Saludos.

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    2. Víctor, llevo treinta años en las escuelas y puedo decirle que no es todo gris, ni mucho menos. Llevo treinta años haciendo trabajar a mis alumnos y esforzarse y le aseguro que a menudo nos divertimos en clase: puede hacerse, es un mito eso de que estén reñidos el trabajo serio y la diversión. Aquí no estamos defendiendo lóbregas mazmorras (que es la crítica fácil que el pedagogismo lanza contra quienes no creen en sus mistificaciones), lo que aquí criticamos es la alegría vacía de la escuela lúdica sin contenidos, que es una moto que se nos está vendiendo con bastante frecuencia. Por lo demás, sostengo yo también la idea que defienden Antonio y el juez Calatayud: a menudo, en la escuela se enseñan cosas que hay que aprender y que son arduas para el estudio. Se trata de cosas importantes y necesarias (los contenidos de los programas no están hechos tan a la ligera como dejan de darlos quienes no les conceden importancia), por lo que sería una irresponsabilidad renunciar a ellas solo porque algún iluminado de la pedagogía piensa que no son adecuadas. En cuanto a la vida, siento también estar en desacuerdo con usted: es como es, no como tú quieras, ¿o me va usted a decir que es lo mismo la vida de Paris Hilton que la de esas personas que se la juegan cruzando el Sahara? Otra cosa es el espíritu con que uno la afronte.

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    3. No pretendo crear polémica, ni mucho menos, pero he visto a niños de muy, muy escasos recursos, que SON FELICES -por muchos y variados motivos-. Por eso digo que la vida es como uno quiera verla, aunque se tenga o no dinero -que es lo que ud. llama ESPIRITU o algunos lo llaman FILOSOFIA-. Saludos y mis respetos hacia toda su trayectoria y experiencia.

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  6. Muy significativo eso del 2%. Y lo que dices de las mamás, las tías y las maestras, es terrible, pero cierto, y está teniendo unas consecuencias catastróficas, que tienen que ver no solo con el fracaso escolar, sino con cosas como el movidón aquel del examen de opositores lleno de disparates (cuya publicidad fue una manipulación del PP, de acuerdo, pero no podemos ser tan lerdos de no ver que además era un síntoma terrible de cómo están nuestros titulados), el poco prestigio de nuestras universidades o, incluso, no hablo en broma, el alcance de la crisis, en un país tan mal educado como este y con una nula conciencia cívica. Me decía hace un par de días Jesús que no da crédito a lo que se encontraba entre su alumnado de universitarios: bobos que no apagan el móvil, hablan en clase o llegan tarde. Y si dice algo, es que es un "facha" o está loco. Te aporto mi dato: un alto porcentaje de mis alumnos, llega junio y se creen todavía que no voy a cumplir lo que señalé a principio de curso de que suspendería a los que no estudiasen: se imaginan que al final pondré cara de bueno y convertiré en cincos lo que eran doses. Otro dato: llevamos mes y medio de curso y todavía algunos, a pesar de haber perdido bastantes recreos y haber copiado más que un amanuense medieval, no se han enterado de que, cuando pido silencio, es para que se callen. Tenemos unas generaciones preocupantes: algo así como un 30% o un 40% de los chicos muestran síntomas de estar atontados, de no entender nada, de creerse incansablemente que pueden ir siempre a su bola, que no pasa nada. Esto ocurre porque, en los hogares y en las escuelas, se encuentran a demasiados que les dicen a todo que sí, que no los ponen en su sitio, que acaban aprobando vergonzosamente hasta a los que no se merecerían ni un 2. Esto ha calado mucho, y tú, exdeseducativo, sabes muy bien por qué es: porque la doctrina dominante de la LOGSE, al igual que esta rEDUvolución, señala como profesor ideal al amiguete y llama fascista al serio. Y nunca dejaré de advertir una cosa: en Madrid, donde manda el PP, también pasa esto. En lo meramente educativo, la LOMCE (como en su día pasó con la LOCE) es un mero parcheo de la LOGSE, como se ve en cosas como el conservar lo de poder titular con dos suspensas: una vergüenza insostenible que desacredita a cualquier sistema.

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  7. Terrorífico, Pablo. De verdad lo digo. Yo estoy muy apartado del mundanal ruido, pero mi hermano, profesor de guitarra, sí que trata todos los días con internáuticos, flamantes y relucientes chavales. Y dice exactamente lo mismo que tú. Bueno, él con menos contención que tú: "te juro que no entienden nada. No sé ya cómo explicarles las nociones más sencillas del solfeo. Llevan porquería en la cabeza." Es así de dramático. Recuerdo que leí en internet las quejas de una maestra que se quedaba pasmada de la insólita torpeza de sus alumnos. No se explicaba cómo tenían tan poca comprensión de las cosas que les explicaba. Antes o después alguien estudiará los efectos que la mala educación (o su ausencia) tiene en la capacidad de razonar y en el desarrollo cognitivo. Yo ya di mi particular explicación: la inteligencia no funciona si no presta atención a nada, o a nada valioso, y como aquí no conseguimos que nuestros alumnos o hijos nos atiendan, la inteligencia hiberna a perpetuidad. Pero lo peor de todo, Pablo, es que estos ojos de pan, estos tontorrones que hemos criado con sonrisas de colega y bollicaos, no se van ya a espabilar. No aprenderán ninguna lección. Simplemente, aprenderán, si acaso, a sobrevivir como perros callejeros, perdidos en un submundo de drogas, sexo fácil, vagancia, chapuzas, trapicheos, robos...
    Y sí, desde luego. la LOMCE ná. Más de lo mismo. Más de nada.

    Antonio Gallego Raus

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  8. Muchos de los males de nuestra juventud son males típicos de la sociedad de la opulencia: cuando lo normal es tener cualquier capricho, uno se hace caprichoso. Una de las consecuencias de la crisis va a ser que a muchos ya se les acabaron las Nike y la Play, porque no hay con qué comprarla, y de donde no hay... Muchos de estos se reconducirán, pero otros yo creo que ni aun así. Es verdad que la vida fácil entumece el carácter y hasta la inteligencia y esto ya está trayendo consecuencias, como vemos los profesores. Las aportaciones de los que, como tu hermano, están en enseñanzas no obligatorias son muy valiosas., porque dan una prueba de contraste: ya no es que lo digamos los rancios de los profes del instituto. Hay otra cuestión: me estoy leyendo ahora un libro que se titula"Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?" Es obra de Nicholas Carr, un nada sospechoso experto en cuestiones informáticas. Es muy interesante.

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  9. Suena muy bien el título de ese libro. Abusando de tu amistad, te pediré que hagas un resumen de él si te parece oportuno cuando lo hayas leído. Lo digo porque llevo mucho tiempo sin leer nada de nada. Casi todas mis energías se me van en pintar. Me pego sesiones maratonianas con los pinceles. No es sólo porque me guste, sino porque por aquí ya corren rumores de que de mi trabajo como basurero se va a ocupar la Santísima Diputación; y casi doy por hecho que Cospemada (Cospedal/Torquemada) me mande al pijo. Vivir ahora de la pintura sería casi imposible, pero lo tendría que intentar. La psicología tampoco está como para tirar cohetes.
    No obstante, te adelanto lo que, a mi parecer, dirá ese libro, o lo que yo diría en parte si pudiera. Internet -esto ya se sabe- es adictivo. Ofrece millones de cosas en un santiamén. Hasta su aparición, las personas gozábamos de recibir un correo, comprar un libro, un disco, ir al cine... Esos pequeños grandes gozos los ha demolido la facilidad con que accedemos a ellos. Tenemos mucho por muy poco o por nada. Tenemos cantidad pero no calidad, e intentamos ganar algo de satisfacción con el consumo masivo de cosas, lo que nos produce, en general, más insatisfacción. Y, sobre todo, no profundizamos en nada o casi nada. Los señuelos para caer en naderías y tentaciones de todo tipo son ingentes. La inmensa mayoría de los internautas están enfrascados en evasivas tonterías: en juegos, en páginas de sexo, en páginas de cotilleos y redes sociales que no hacen más que propagar sandeces y chorradas sin cuento, en visionar vídeos graciosos, violentos o espectaculares, en colgar y ver fotos de mi viaje a Japón... Algunos, muy pocos, lo utilizan como una buena herramienta de estudio o propagación de ideas y creaciones de calidad. Internet da la oportunidad de que la chusma sea más chusma que nunca, más chabacana y ridícula. Las sandeces se propagan a velocidad de vértigo. Dentro de unos años, el idioma español que se hable y escriba nos parecerá irreconocible. Hasta hace unas décadas (decía el fue tu profesor, Carreter) los errores y pifias lingüísticos tardaban años en generalizarse. Hoy, por culpa de los heraldos de la informática, se propagan a la velocidad del huracán. No hay contención ni posibilidad de orquestar con un mínimo de sentido común todas las tontería que se vierten en el gran ordenador colectivo. Apenas es posible la censura de contenidos terribles, ya sea de pornografía infantil o de ideologías terribles como el nazismo. Internet es un catalizador de muchas cosas malas. También de buenas, pero como en el mundo abunda más la vulgaridad que la excelencia, lo malo gana por goleada.
    La gente devora información, pero carece de formación para reflexionar con acierto. Son muchas las personas que viven en un mundo virtual, sin apenas contacto con la realidad. Veo a esos niños que se sientan juntos en las plazas o parques y que no son capaces de decirse nada el uno al otro, ni aun de jugar, todos mirando embobados la hipnótica pantalla del móvil o la tableta digital. Algunos bares anuncian no tener conexión a internet: "señores, hablen entre ustedes". Es penoso y ridículo que un grupo de amigos se reúna en un bar y la mayoría esté dándole a la tecla, absorta en la pantalla, pendiente del próximo mensajito inane que no sé quién, desde la otra punta de España, le va a mandar.

    Antonio

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  10. Ante los problemas políticos, la gente, en vez de salir a la calle, se interna en las redes sociales a expresar allí su indignación por esto o lo otro, y sólo muy rara vez se pasa a la acción real y tridimensional. Lejos de ser un catalizador de la acción real, internet es un abortivo de la acción, un lugar donde todos se expresan, se pavonean y se desahogan. El poder debe estar encantado con tan eficaz anestésico. Otrora -pero no hace tanto- los ciudadanos necesitaban reunirse en persona para tratar tal o cual asunto político o laboral. Ahora no. Ahora parece bastar la solidaridad vía wasap y poco más. Pero las reuniones en persona tenían una virtud que hoy se ha perdido: al dar la cara ante los demás, te veías obligado al compromiso y a la acción. Hoy todo se diluye en la distancia y el anonimato. El valor para oponerse a algo se sacaba de la misma presencia del otro, de su corpóreo apoyo o de su reprobación. Las personas nos podíamos presionar unas a otras en pos de una causa común. Todo esto, todo ese poder que dimana de la presencia física del otro, de los otros, se ha desvanecido en un fantasmal mundo donde el compromiso colectivo es una reliquia del pasado. Internet no ha hecho otra cosa que agigantar los efectos nocivos que ya inició la televisión. En vez de convertirse en un buen instrumento para el conocimiento, sólo lo es de la evasión y poco más. Televisión e internet son el agujero donde el avestruz mete su cabeza para no ver el mundo real.


    El fracaso educativo es evidente. No es que lo digáis algunos rancios maestros o profesores. Salta a la vista. Por eso te decía en otro lugar que hasta que no aprendamos a responsabilizar a los alumnos de sus éxitos y fracasos, no habrá nada que hacer, con una ley o con otra. Esa falta de responsabilidad es lo que explica que tus alumnos crean que nada depende de ellos, que, aunque no hagan nada, allá vendrá el maestro con un cinco piadoso para sacarlos del apuro. Más de uno, cuando le des la calabaza que se ha ganado, pensará "vaya, si yo pensaba que nada de esto dependía de mí. ¿Cómo iba a imaginar que yo tuviera alguna responsabilidad? Ahora resulta que el aprobado depende de mí, de si estudio o no, inaudito."

    Antonio Gallego Raus

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  11. La propia expresión lo dice, Antonio: realidad virtual. Sorprende cómo cada vez sea más la gente que no se da cuenta de esta trampa. La realidad virtual está muy bien para la comunicación, la creación artística, la información y la diversión, o sea, que no es poca cosa, pero la vida sigue estando en la realidad real, y me temo que de ahí no hay quien la saque. Cosas importantes como comer, beber, respirar, amar, viajar, ver, tratar con los amigos o sacar adelante un proyecto grande o pequeño (entre otras muchas), solo pueden hacerse de verdad en la realidad real. en cuanto al contenido del libro, por lo poco que llevo leído, en parte va por dónde dices tú, pero añade un matiz importante: cómo el estar absorbido por la red acaba condicionando hasta tu forma de ver la realidad, tus intereses y el modo en que adquieres el conocimiento.

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  12. Buenas tardes a todos, he leído sus críticas y estoy de acuerdo en algunas de ellas. Pero me gustaría saber qué consideran ustedes necesario para solucionar (o empezar a solucionar) el problema educativo que tenemos en España. Tal vez los niños se aburran realmente en el colegio...

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  13. Querido Anónimo (a falta de otro nombre):
    Tengo aquí publicados 101 artículos sobre educación, en bastantes de los cuales hago propuestas de mejora concretas. Como no va a leerse usted los 101, le diré que, en lo referido a propuestas de carácter político general en educación, precisamente hace pocos días publiqué aquí un enlace con el número 1 de la revista "El ballet de las palabras", en el cual hay un artículo mío titulado "Tomarse la cosa en serio", donde presento propuestas.
    Otra cosa es la práctica docente: seguro que hay niños que se aburren en el colegio, pero esta es una cuestión muy compleja, porque influyen muchos factores, de modo que no se puede generalizar: hay niños que se aburren y también los hay que lo pasan bien; el mismo niño puede aburrirse con el profesor X y pasárselo en grande con el profesor Y, bostezar en Física y estar encantado en Historia (o viceversa)... Aquí no influyen solo los métodos, sino también los alumnos, lo que les interesa, lo que les importa (que son cosas distintas), los profesores, las materias, los contenidos concretos de cada momento y otras mil circunstancias que sería prolijo enumerar. Quiero decirle que no podemos perder de vista jamás lo esencial, que es esto: el alumno va a la escuela a aprender, no a divertirse. Le pongo un ejemplo: desde una de mis aulas de 3º de ESO, se ven las canchas de baloncesto del instituto: mientras mis chicos están con lo que manda el programa (que es sagrado, con esto no se puede frivolizar), o sea, literatura, lectura, textos, gramática, escritura..., los del patio están con lo que les manda el programa de EF: tiros a canasta, reversos, partido... Está claro quiénes lo tienen mejor para divertirse, pero es que en una de las clases toca diversión más que en la otra. De todos modos, señalada la inexcusable fidelidad a los programas, es también inexcusable que un profesor maneje recursos comunicativos y metodológicos que hagan, si no divertidas, al menos amenas o entretenidas sus clases. Siempre he oído decir a mis compañeros de Matemáticas que el álgebra de bachillerato no es divertida, y les creo, pero sé que muchos les plantean retos a sus alumnos para hacérsela más atractiva. Si le hablo de mí y de mi asignatura (Lengua y Literatura), le diré que no es de las peor paradas para esto, porque trabajamos mucho con textos, lectura y escritura (cosas que a veces ya son entretenidas de por sí) y hay mucho diálogo e interacción en las clases, con lo cual ya tenemos mucho ganado. Créame, por muchas fábulas que invente el pedagogismo, puedes tener a 30 alumnos entretenidos y hasta hipnotizados con un texto de literatura medieval: el desprecio de los pedagogos por la cultura antigua o los contenidos profundos o todo lo que no sea "diver" procede muy a menudo de su ignorancia. Por otra parte, hasta para los contenidos más áridos, si tienes recursos y materiales adecuados, si dinamizas, controlas y lideras la clase, si haces que participe todo el grupo y no le das la menor tregua a los boicoteadores de la transmisión del conocimiento que inevitablemente te encuentras, llega el momento en que, si no divertidos (no es posible con cosas que no tienen gracia) si vas a conseguir que estén tus alumnos interesados y entretenidos con cosas como la sintaxis, la morfología, el análisis textual o la ortografía. Sigo en otro comentario, por cosas del blog.

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  14. Continúo: La cuestión es hacerles ver que esas cosas tienen su valor, que les enriquecen, que puede servir de algo el intentar desentrañar sus dificultades, de algo tan simple y tan valioso como aprender y demostrarse uno a sí mismo que puede. En esto creo yo que consiste el refuerzo positivo: no en ponerse una nariz de payaso y hacer el idiota para hacerles a tus alumnos supuestamente más atractiva la clase, sino en conseguir que entiendan que su educación es importante, que las cosas que aprenden valen la pena y que asuman el compromiso de esforzarse en ello; naturalmente, esto supone trabajo y plantar cara a las resistencias que vas a encontrar, es mucho más cómodo y más guay hacerte el simpático, dejar a los chicos a su aire, no enseñarles nada y luego aprobar hasta a los que no pisan la clase, o, como le oí una vez decir a un "profe" muy logsero, convertir los unos en cincos. El pedagogismo es en esencia tramposo; parte de la crítica feroz a los contenidos por una razón natural: si eliminas la obligación de que los alumnos aprendan cosas, entonces, cualquiera de sus simpáticas propuestas divertidísimas pero gaseosas puede presentarse como eficaz método, ya que su objetivo es la enseñanza vacía. Por eso también suele partir de una falsificación de la realidad: presentan la enseñanza que ellos llaman "tradicional" como esa cosa horrible que se da en los centros, según ellos, unas lúgubres sesiones magistrales con profesores como carceleros y aulas como grises mazmorras. Nada de eso es cierto: la escuela real de hoy tiene una sana libertad en la elección de métodos, y esperemos que dure (a pesar de ciertos fundamentalistas de los métodos supuestamente avanzados, que, si pudieran, impondrían a todos los suyos), porque la pluralidad en los modos de enseñar es irrenunciable; cierto que habrá métodos inadecuados como habrá profesores ineptos, como pasa en todas las actividades humanas, pero no pierda de vista esto: los habrá en el lado de los tradicionales y en el de los innovadores, en el cual he visto bastante inepto que disfraza su incapacidad de innovación. En todo caso, ante el dilema entre enseñar o divertir, siempre un profesor deberá optar por lo primero: estas propuestas que parecen anteponer la diversión a todo parecen confundir la escuela con el circo. Perdone que me haya extendido.

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