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viernes, 23 de septiembre de 2016

¡A la hoguera con los deberes!

   Decididamente, confluyendo a velocidad de cohete por sendas como la superficialidad, la ignorancia, la frivolidad, la irresponsabilidad, la irreflexividad y el seguidismo, los españoles hemos decidido despeñarnos en masa por el barranco de la estupidez. Cualquiera que en esta nación enarbole un estandarte insensato que prometa Jaujas, prebendas o beatitudes, aunque a poco que se rasque tales Jaujas, prebendas y beatitudes aparezcan como inviables, injustas o perjudiciales, tiene asegurado el seguimiento de las masas y el aplauso de los medios de masas, que llevan ya tanto tiempo afanados en promocionar las iniciativas más entontecedoras que uno ya empieza a sospechar -y hablo completamente en serio- que estamos atrapados en una colosal operación de alienación de la ciudadanía, fíjense en las palabritas que me veo obligado a rescatar del ostracismo. 
       En los últimos años, España ha sufrido males colectivos como: una corrupción generalizada entre sus dirigentes políticos (en complicidad con poderosos sectores económicos), el ver como muchos de ellos robaban literalmente a manos llenas, una crisis económica que nos llevó a cotas de más de seis millones de parados, una crisis bancaria debida a la rapiña de los sectores financieros, una destrucción de un sistema de cajas de ahorros que había durado dos siglos y que ha sido expoliado por una turba de gestores "democráticos", un rescate bancario de 100.000 millones de euros que estamos pagando entre todos, un funcionamiento de la justicia cada vez más deficiente, unos recortes brutales en servicios públicos, unos recortes considerables en libertades cívicas, una reforma laboral que ha adelgazado al máximo los derechos de los trabajadores, un preocupante agotamiento del sistema político, una permanente amenaza secesionista... No digo que no haya habido reacciones en contra de todo esto, pero ¿de verdad podemos presumir de haber dado a tamaños desmanes una respuesta ciudadana a la altura de su magnitud? Naturalmente que no, ¿por qué? Muy sencillo: porque estábamos reservando nuestras energías contra el verdadero enemigo de nuestra convivencia, el cáncer que ha destruido el país: LOS DEBERES
      Hoy ha saltado a los medios de comunicación una noticia de esas que producen una seria preocupación, ya que la CEAPA propone nada menos que la insumisión ante los deberes, ahí queda eso. A propósito de este asunto, veníamos ya aguantando groseras manipulaciones o desafortunadas trivializaciones, pero resulta en verdad descorazonador el ver que, sin debate ni reflexión, sin la menor consulta a quienes digo yo que algo tendrían que haber manifestado acerca de esto, o sea, los profesores, al menos dos consejerías autonómicas, la de Cantabria y la de Madrid, se hayan mostrado receptivas a esta moda. Las administraciones no pueden actuar de manera frívola, no pueden permitirse, como las tiendas, llenar los escaparates de pantalones verdes si con ello siguen el gusto del público: no se gobierna con clientelismo barato, sino con conocimiento, responsabilidad y reflexión, o así debería hacerse. En estas circunstancias, si ya los propios gobernantes se han retratado acerca de este asunto, ¿qué más da que una confederación de padres se haya lanzado también al ruedo del disparate? Pues da mucho, porque además el apoyo mediático ha sido tan potente que no va a ser fácil desmentir la serie de incongruencias que se están derramando en torno a este asunto: una vez más, a la escuela le tocará lidiar con la confusión vertida por otros: el que cualquier abogado de secano pueda pontificar sobre educación tiene estas cargas.
      Y el pontificado esta vez lo ha ejercido don José Luis Pazos, presidente de CEAPA, y respaldado además  por un ministerio, cosa gravísima,  porque una institución así no puede pronunciarse en un asunto como este solo por los datos de una encuesta, menos aún, si esta presenta la endeblez de la esgrimida por el señor Pazos. La muestra en la que se basa no permite extrapolar conclusiones de alcance general y el preguntar cosas como las que parece que se han preguntado en esa encuesta no tiene más remedio que dar un resultado sesgado: ¿qué se entiende por "demasiados deberes", quién tiene la vara de medir?¿Qué tipo de respuesta puedes esperar si preguntas si a tu hijo le perjudicó no llevar los deberes o si quiere un niño pasar más tiempo con sus padres? No le veo ninguna credibilidad, por no hablar de otra cosa: ¿son los deberes los únicos "culpables" de que los hijos y los padres pasen poco tiempo juntos? ¿Qué hay de la videoconsola, de las actividades deportivas, de las actividades lúdicas y del smartphone? ¿Ha hecho CEAPA encuestas sobre eso?   
      Que el señor Pazos y su organización se echen al monte y lancen a la escuela amenazas como esas de promover el negarse a hacer los deberes y respaldarlo con papelitos es, sencillamente, el descrédito para esa organización y su líder; que detrás de esta pantomima haya habido un ministerio corrobora que España no está en manos de los mejores gobernantes; que se haya declarado una rebelión explícita y con esos convocantes precisamente contra el trabajo escolar, es decir, contra algo que, a la postre, va en beneficio de la educación de los niños, deja una imagen paupérrima de nuestra sociedad. Los deberes son inexcusables para una buena educación, aunque es verdad que el profesor debe administrarlos con conocimiento y prudencia -eso llevo yo haciéndolo y viéndolo hacer toda la vida-, pero es, insisto, en manos de los profesores donde debe quedar esa administración, no de las algaradas apaches y las amenazas de la CEAPA. Suprimir los deberes o dejar que los mangonearan los padres sería un duro golpe para la enseñanza -si es que queremos una buena enseñanza- y, en concreto para la primaria, sería letal. Toda la vida hemos hecho todos deberes, y ahora no se hacen más que antes: ¿no estará ocurriendo que, como ahora hay muchos que ya no valoran tanto eso de la cultura, se esté magnificando interesadamente el tiempo que se les dedica? Voy a hacer una demostración.
      Todos los años, al empezar el curso, para hacer ver a mis alumnos que tienen tiempo para todo, incluido estudiar, les hago en la pizarra esta operación: multiplico 7 por 24, y me salen las 168 horas que tiene una semana. Empiezo entonces a restar: dormir, 56 horas; instituto, 30; desplazamientos al instituto, 5; comidas, 14; deportes y actividades, 6; colaboración en casa, 2. Estas cifras -generosas-, por poner un ejemplo. Sumamos y nos salen 113 horas, las cuales, restadas a las 168, arrojan un resultado de 55, es decir, una media de casi ocho horas diarias para jugar, los amigos, los papás... y el estudio. A ver si va a resultar que los deberes no son tan fieros como los pintan algunos.    

18 comentarios:

  1. Veo, Pablo, que hemos coincidido en el cabreo. Anoche mismo trataba yo este mismo asunto. Por cierto, fantástica (y clarísima, como siempre) tu entrada. Esto es una auténtica tomadura de pelo. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, Alberto. Hemos coincidido en el cabreo y en más de un argumento: la falta de razones sólidas de la cruzada antideberes, la necesidad de que estos los organicen quienes deben y saben (o sea, los porfesores), la indiscutible importancia de los deberes...: esas "cosillas" que se caen por su propio peso y que algunos muy representativos no quieren ver. Un abrazo.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Aquí, Pablo, impera el reino de la estupidez, como si el sarcástico elogio de la estulticia del gran Erasmo se tomase al pie de la letra. Salen iluminados por doquier que de todo opinan (como de fútbol y medicina), con tal ignorancia asnal que avergüenza en sumo grado. En este caso alegan los visionarios de la cruzada antideberes que sus hijos no tienen tiempo para estudiar en casa, pero nada dicen de las horas que pierden enganchados a videojuegos, tabletas y teléfonos móviles. Lamentable deriva la que llevamos y mal futuro para los hijos de la insensatez.

    Y la estupidez educativa, en continua expansión, me hace recordar la sanitaria, que también crece y crece sin parar:
    http://medymel.blogspot.com.es/2016/03/retazos-de-estupidez-sanitaria.html

    Espero que algún día, de no sé que siglo, la necedad deje paso a la sensatez. Mientras tanto, a no desesperar, que nuestros deberes ya están hechos.
    Un abrazo, como es debido.

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  5. Pepe, yo quizás me equivoco, pero creo que vosotros tenéis en esto la suerte de que se os respete un poquito más; de medicina sabe todo el mundo (como de fútbol, como de educación...), pero no deben de ser tantos los que se atrevan a meterse en la consulta de un médico a llevarle la contraria o decirle lo que tiene que hacer, lo normal es que la sapiencia del bocazas se quede, como mucho, en la sala de espera. Espero que nunca llegue el día en que os ocurra lo que nos está ocurriendo a nosotros, cosas como que vengan padres a decirte como tienes que corregir un examen (esto me ha pasado a mí) o que se monten circos como este de los deberes, en el que un puñado de profanos que están demostrando mucha ignorancia y soberbia pretenden decidir cómo tenemos que hacer las cosas los profesionales. Un abrazo.

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    1. Créeme que sí, que de un tiempo a esta parte, con el "empoderamiento" mal entendido, son más los que te discuten tratamientos (incluidos analfabetos absolutos), o los que muestran una hostilidad antes casi desconocida sin ninguna razón aparente. Algunos vienen con tal carga de estrés -por causa familiar, laboral o social- que te dejan noqueado. Raro es el día que no haya incidentes. Las tensiones sociales combinadas con la excesiva permisividad (derechos -teóricos- sin deberes) de algún modo se tienen que reflejar, y en cualquier lugar: en el espacio educativo, en el sanitario o en cualquier ámbito social. Además, la atención primaria, tan accesible, sufre las quejas por problemas de gestión ajena: demora de consultas especializadas, listas de espera, errores de prescripción de terceros, denegación de bajas laborales por accidentes, etc. Cada vez es más difícil evitar el desgaste profesional. En fin, nada que no puedas deducir de la sociedad culta y sosegada que hemos creado.

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  6. Sabía que teníais también buenos problemas, incluido el de las agresiones, pero no imaginaba que fuese significativo el número de personas que van al médico sabiendo de medicina más que el médico. Lo que tú dices: cosa de los tiempos.

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  7. Al menos los médicos parecen ponerse de acuerdo a la hora de valorar algo que es estúpido como estúpido. Entre los profesores (y mira que no me gustaría tener que decir algo así), esto no está tan claro.

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    1. Pues tampoco, Alberto. En el ámbito sanitario, y particularmente en la atención primaria, no todos ven lo estúpido como estúpido. Y por encima muchos comulgan con la estupidez: ¡firman objetivos estando en desacuerdo!

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    2. Decididamente: que paren el mundo, que me quiero apear.

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    3. No hay que desesperar, Pablo. El mundo seguirá girando y tendremos que modelar inteligentemente su giro (¡vaya pensamiento giratorio que me ha salido; debe ser el hambre que tengo).

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  8. Pepe, con tanto giro mundial, acabamos aquí:
    https://www.youtube.com/watch?v=m4eiov8b2Ok

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    1. ¡Oh, Il Mondo! "...la notte insegue sempre il giorno", votando o sin votar (que aquí tenemos elecciones). Pero a veces la noche se alarga y el día no llega
      https://gl.wikipedia.org/wiki/Longa_noite_de_pedra

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  9. Los niños no pueden tener deberes porque los papás y las mamás no quien tener que volver a pasar por la etapa escolar¡qué rollo tener que repetir la tabla de multiplicar del 9!y de poner las tildes ni hablamos. No hay que preocuparse que seguro que ya hay una spp o un programa de habilidades cognitivo-emocionales-resilientes-culinario creado de la nada por expertos expertísimos y que vendrá a sustituir a los tradicionales deberes, por el módico precio de.....

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  10. Es evidente, Anais. Del problema de la conciliación de horarios familiares y laborales se lleva hablado tiempo, como del exceso de actividades de tarde, de la televisión, de las videoconsolas o de los móviles. Todas esas cosas son posteriores a los deberes. La incomunicación familiar es un problema social; la absorción del tiempo por exceso de estímulos (para jóvenes y adultos) es un mal de la civilización tecnológica: que alguien coja una pataleta y cargue contra los deberes, es un disparate. Pero aquí surge otro problema: la facilidad que existe ahora para manipular a la opinión pública y a los gobernantes. Eva Bailén es una señora que un buen día lo hizo: en lugar de resolver sus problemas ella solita, los disfrazó de problemas escolares y montó todo este lío, que, como tú dices, coincide plenamente con los intereses de las modas educativas actuales.

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  11. Los niños no pueden tener deberes porque los papás y las mamás no quien tener que volver a pasar por la etapa escolar¡qué rollo tener que repetir la tabla de multiplicar del 9!y de poner las tildes ni hablamos. No hay que preocuparse que seguro que ya hay una spp o un programa de habilidades cognitivo-emocionales-resilientes-culinario creado de la nada por expertos expertísimos y que vendrá a sustituir a los tradicionales deberes, por el módico precio de.....

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  12. Perdón, he vuelto a enviar el mismo comentario

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