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viernes, 10 de junio de 2016

Sobre la modificación del calendario escolar en Cantabria

   Confesaré que no conozco muy a fondo el proyecto que tiene la comunidad autónoma cántabra de modificar el calendario escolar, pero, como lo poco que sé no me gusta, quiero exponer algunas objeciones y dudas que se me ocurren, las cuales se basarán en los rasgos generales que se han dado a conocer y en lo que dice don Ramón Ruiz, el consejero de Educación cántabro, en una entrevista que le han hecho en "El País". Vayan aquí mis objeciones.
   1.- La división en más de tres evaluaciones ya se hizo y hubo que dejarla porque era peor. Allá por los años 80, cuando entré en EGB, aún coleaba en algunos centros el debate sobre si hacer tres evaluaciones o cinco. En general, la segunda opción era la que defendían los más "pedagogistas", con un argumento parecido al que maneja Ramón Ruiz: que los alumnos estarían más evaluados. Justamente ese era el principal problema: que estaban demasiado evaluados, lo que era para ellos un agobio, y también para el profesor. Otro problema que había era que los periodos, al acortarse mucho, a veces  no dejaban tiempo para ver lo suficientemente a fondo la materia sobre la que había que evaluar. La gente estaba mayoritariamente a favor del sistema de tres evaluaciones, que se acabó imponiendo, por algo sería.  Todo esto lo sé por experiencia, porque he trabajado con tres, cuatro y cinco evaluaciones: todo lo que pase de tres, empeora la evaluación. Testimonialmente, de vez en cuando he visto intentos aislados de "colar" una vuelta a las cuatro o las cinco evaluaciones, abordados siempre, cosa curiosa, por algún orientador muy fundamentalista del evangelio logsiano o por algún director muy interesado en la imagen ante los padres, todo muy en la línea de los famosos expertos, que parecen estar también respaldando con su experiencia y su sapiencia el proyecto cántabro. 
   2.- No me explico el papel de los sindicatos. Parece claro que este proyecto se ha fraguado entre bambalinas y pactado entre poderes fácticos educativos, en este caso, consejería y sindicatos mayoritarios; a padres y profesores les ha pillado de sorpresa: no me explico cómo las organizaciones sindicales han podido obrar con ese sigilo y a espaldas de sus supuestos representados. Bueno, sí me lo explico, la verdad. 
   3.- No sé qué se gana cambiando los días de sitio. Puesto que, con gran sensatez, se mantienen los 175 días lectivos, para acoplar los cinco bimestres que van a tener ahora en Cantabria, se ha debido proceder a llevarse fiestas de un sitio para otro; así, explica Ruiz que, para hacer la semana de descanso proyectada para noviembre, se van a tener que juntar en ella días sacados de todos los puentes del año: ¿quiere esto decir que habrá en él una semana en que los niños estén sin "cole" y los padres trabajando y luego puentes en que suceda al contrario? Si es así, no es una gran solución.
   4.- No me encajan los periodos. Habla Ruiz de que, en realidad, no va a haber grandes modificaciones, ya que serán cuatro parones acoplados a nuestras fiestas tradicionales (Navidad, carnavales y Semana Santa, más ese apaño de noviembre que se saca de la manga) con bloques de 32 días lectivos: pues lo siento, pero no salen las cuentas. El cálculo puede medio acoplarse en el primer trimestre, pero, entre Navidad y Semana Santa, nunca hay 64 días lectivos y a menudo los que hay son muchos menos, y no tienen por qué estar divididos justo a la mitad por el carnaval; por otra parte, los lapsos posteriores a Semana Santa tendrán siempre bastantes más de 32 días, y ya, si se acaba el curso en julio, el "homogéneo" ¿bimestre? final se puede ir muy bien a los 50 días o más, parte de ellos, bajo nuestro calorazo canicular: además de no cuadrar, es un disparate, pero no se preocupen, ya que el señor Ruiz lo afrontará instalado en su cómodo despacho con aire acondicionado. Y es que hay una cosa elemental: 5x32 son 160, de manera que los cinco bimestres supuestamente homogéneos del señor Ruiz se dejan 15 días lectivos sin cubrir, los cuales, día arriba día abajo, siempre se van a ir al tercer trimestre. Entonces, si la homogeneidad puesta como bandera es inviable, ¿cuál es en realidad el propósito de este cambio? Quizás la respuesta esté en los puntos cinco y seis. 
     5.- El espinoso asunto de julio y septiembre. Dice el señor Ruiz que quiere adelantar los exámenes de septiembre a julio, demagógica medida que ya se ha tomado en Valencia y que me parece muy poco afortunada, primero, porque son malos esos calores para hacer exámenes, son más apropiados en nuestro país soleado y saleroso para que los chicos se vayan a la playa o a la piscina; segundo, porque el retrasar la convocatoria de septiembre a pasado el verano, como se hace ahora, es mucho mejor, ya que permite al alumno un distanciamiento con la saturación de trabajo que representa el curso. Surge además una de las muchas cosas que el señor Ruiz no aclara: ¿significa esto que los profesores van a trabajar hasta el día... tampoco se aclara de julio pero seguirán empezando el 1 de septiembre? ¿Estará aquí el verdadero objetivo del Nuevo Calendario Cántabro?
    6.- ¿Qué pasa con los quince primeros días de julio? Es que este es el punto caliente y no solo no está aclarado, sino que me parece que aquí el señor Ruiz juega arteramente al despiste. Afirma sin ambages que "los alumnos tendrán 15 días menos de vacaciones en verano", pero no dice nada de los profesores. No obstante, los que, aun sin ser "expertos", conocemos algo este oficio, sabemos que los alumnos tienen que estar con profesores, luego... ¿estamos ante una inconfesada operación a la valenciana, es decir, una manipulación de las impopulares vacaciones de los profesores para hacerse los guays aunque con ello no solo no se gane nada, sino que se pierda bastante? ¿Y las familias cántabras que tengan vacaciones del 1 al 15 de julio, periodo muy sensato y tradicional para irse de playa o de montaña? ¿Las va a dejar en casa el señor Ruiz? La periodista le pregunta sobre las vacaciones de verano en dos ocasiones, pero en ambas él responde con sonrojantes evasivas: la falta de claridad en este delicado capítulo creo que señala rotundamente no solo que es el esencial, sino que encierra algún propósito que el señor Ruiz oculta, ¿por qué?
   7.- "El horario de los colegios españoles supone una excepción en Europa, no es racional". La frase es del señor Ruiz y supongo que se refiere al calendario. Nuevo arranque demagógico: por el hecho de ser una excepción en Europa, una cosa no es forzosamente irracional. El señor Ruiz afirma que tres meses de vacaciones son una barbaridad, pero es que se da la circunstancia de que nosotros tenemos un clima que es muy distinto al de la Europa de la que habla el señor Ruiz, a ver si va a resultar que el problema es que el famoso sol de España, por el que suspiran tantos europeos, es irracional y va a haber que cambiarlo. No son una barbaridad esos tres meses de vacaciones, esos precisamente, de 15 de junio a 15 de septiembre, en un país con el verano que tenemos nosotros. Estos primeros días de junio, sin ir más lejos, los chicos de mi centro (y me temo que de todos) ya están aplanados por el calor: ¿los va a meter el señor Ruiz en clase un 9 no de junio, sino de julio? Acabaremos haciéndole estatuas. Que recuerde el señor Ruiz su niñez y su juventud: ¿qué habría pensado si un sesudo pedagogo le hubiera birlado las maravillosas vacaciones de verano, las merecidísimas vacaciones de verano, después de haber estado todo un curso aguantándonos a los profesores? Y si algún malpensado cree que estoy defendiendo mis intereses, le diré que tengo 59 años, que mucho van a tener que correr para pillarme con estas ocurrencias, que sí que lo son, diga lo que diga el señor Ruiz. 
   8.- Este asunto no tiene nada que ver con los deberes. Pero el señor Ruiz sí lo relaciona, arrastrando las cosas por los pelos. Lamentable que alguien que procede de la docencia se apunte también a las condenas superficiales de los deberes. Habla incongruentemente de sobrecarga de trabajo, sobre todo en el final de curso, pero hay una cosa elemental: que, a igual cantidad de días (175), igual sobrecarga, pero es que además, en esa misma respuesta, dice: "Todo el mundo coincide en que tres meses de vacaciones es mucho, en que había que empezar antes y terminar después". Esta frase es crucial por dos cosas:
    -Demuestra que el señor Ruiz, o no se aclara o quiere tomarnos el pelo, pues no se puede decir primero que hay que alargar el curso (es lo que se hace si empiezas antes y acabas después) y lamentarse luego hipócritamente de lo sobrecargados de trabajo que están los pobres niños.
     -Demuestra una vez más que lo de los (imposibles) periodos homogéneos es una cortina de humo, que la verdadera obsesión de don Ramón Ruiz es recortar las vacaciones, lo cual, además, hace todavía más inviable la teoría de los cinco periodos homogéneos del consejero cántabro, teoría que es un puro engaño.
   9.- ¡¡¡Es que es una innovación!!! Y, claro: "Cuando hay innovación, hay resistencias al cambio", sentencia el señor Ruiz.  Resuelto, no se hable más: la propuesta cántabra es una innovación, así que por fuerza tiene que ser una beneficiosísima mejora, aunque esté plagada de incongruencias y embustes: ¡se acabó el veraneo de tres meses, eso es una antigualla irracional! A callar todo el mundo: esto es una innovación, y el que la critique es uno de esos fachas retrógrados apuntados permanentemente a rechazarlas.
   10.- Los países que mejor van en PISA tienen un sistema como el que pretende imponer Cantabria. Esta bobada se la he oído a otra persona, pero en la televisión: ¡ahora resulta que PISA tiene que ver con las vacaciones, no con lo que se hace durante el curso! Lo que hay que oír. A quien lo dijo, yo le haría esta observación: en España hay desde alumnos de 10 hasta alumnos de 0, y todos tienen las mismas vacaciones: ¿no será este un elemento ajeno por completo a los rendimientos educativos?
     Pues esto es lo que hay, amigos: una sarta de engaños a costa de profesores, alumnos y padres con la que alguien pretende vendernos como una mejora lo que no es más que una operación demagógica que perjudicará a la mayoría y beneficiará, supongo, al ego de cuatro iluminados que van de innovadores, cuyos "avances", como suele suceder, caerán sobre espaldas ajenas.

6 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo, Guachimán, con tus observaciones al flamante consejero cántabro. Añado, lo de suprimir los exámenes de septiembre ya se hizo en Cataluña desde la implantación de la LOGSE hasta el año 2011, cuando en un arrebato de lucidez, Irene Rigau, en su primera época como consejera, los reimplantó. En el interín -de 15 años-, lo que ocurría es que un alumno de 1,5 se examinaba a la semana de haberlo obtenido para alcanzar el 5. Sobran los comentarios.

    Desde el sindicato -por entonces minoritario- iniciamos una campaña para que se volviera a las pruebas de septiembre, y con las adhesiones obtenidas, nos dirigimos a las autoridades competentes. La perla negra fue la respuesta de un alto cargo -eran los tiempos de los Maragall- que nos contestó, con registro oficial de salida incluido -guardo la carta como oro en paño-, con una carta en la cual, después de toda una sarta de pacatas observaciones, nos reconvenía señalando que eso de los exámenes de septiembre era una cosa española y nada catalana -por cierto, todo escrito en un catalán sintáctica y ortográficamente infame-.
    En fin, cosas veredes. Me pregunto si ahora que la fiebre antisetembrista llega al resto de las Españas -Castilla la Mancha se lo está planteando, y Valencia... bueno, mejor dejémoslo correr-, nuestro inefable exprócer educativo se habrá replanteado la cuestión, no por nada, sino... ya sabes. Un saludo.

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  2. Xavier, si algún día te encuentras por las Ramblas a ese alto cargo, le dices que en la españolísima comunidad de Madrid tampoco se hacían exámenes de septiembre y pasaban cosas como la que ocurrió con un alumno de un instituto donde yo trabajé. Era un chico de sobresaliente, pero enfermó allá por abril y ya no volvió hasta el curso siguiente, en el que le tocó repetir, cosa que habría podido evitar de haber existido los exámenes de septiembre. Quitarlos fue una de las mayores barbaridades de la LOGSE, una burrada de la envergadura del calendario juliano. Los logseros, está claro, lo hicieron con la maquiavélica intención que señalas tú: que el profesorado tuviera un chantaje más para facilitar los aprobados. El PSOE fue muy hipócrita; durante un brevísimo lapso de aplicación de la LOCE porque gobernaba el PP, una de las cosas buenas que se hicieron fue reponer los exámenes de septiembre. Después llegó Zapatero y, demostrando desde el principio que llevaba un déspota dentro y lo que le interesa al PSOE enseñorearse de la educación, se cargó la LOCE de un plumazo, pero, detalle curioso, se mantuvieron ya los exámenes de septiembre, eso sí, a la chita callando, sin dar explicaciones ni disculparse por el despropósito que fue quitarlos. Este consejero cántabro me parece un iluminado muy inquietante y, desde luego, está claro que a por lo que va, en el fondo, es a por las vacaciones de los profesores, un caramelito demagógico que, desde que Valencia abrió la veda, los políticos no van a dejar escapar. Desde luego, creo haber demostrado que el calendario que propone es una chapuza considerable y muy perjudicial, presentarlo como un beneficio para los alumnos y una mejora pedagógica es tomarnos por gilipollas. Un abrazo, Xavier.

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  3. Gracias por tu precisión, Pablo. Un artículo estupendo. La pena es que lo que pone de manifiesto, como en casi todos los asuntos relacionados con la enseñanza, es la barra libre que tienen los demagogos y los déspotas. Sobre todo para tomarnos por imbéciles.

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  4. Eso que dices es cierto y terrible, Antonio, pero lo peor es lo desamparados que nos estamos quedando los docentes. Leída la entrevista a Ramón Ruiz, queda claro que, en realidad, este proyecto no pretende para NADA mejorar NADA en la educación cántabra, que lo único que pretende es revolver el calendario y entonces surge inevitablemente esta pregunta: ¿cuál es realmente el cambio sustancial? Solo hay uno: lo de tener a los chicos metidos en los centros los quince primeros días de julio. Fíjate en la cínica pirueta: se nos vende la moto de la mayor comodidad del alumno cuando, en realidad, se le está alargando el curso, y añadiéndole 15 días muy poco apropiados para la práctica docente. ¿Qué necesidad hay de esos 15 días, si los lectivos van a seguir siendo 175? ¿Qué van a hacer en esos 15 días los chicos? Por supuesto que no harán nada, pero los docentes sí, porque aunque Ruiz omite mencionarlos, son ellos el verdadero objetivo, es a ellos a los que se quiere tener metidos ahí en esos 15 días, supongo que con la excusa del traslado a julio de los exámenes de septiembre, traslado que es obvio que no solo no beneficia, sino que perjudica, porque, a medio mes del final del curso, a 20 días de las recuperaciones de junio y con todo el calorazo veraniego, esos chicos saturados de libros van a tener que volver a examinarse. Eso a estos señores no les importa, porque, como ya le he dicho antes a Xavier, para ellos la convocatoria de septiembre no vale una castaña. Para ellos, el objetivo será hacer lo mismo y con los mismos pretextos y los mismos fines demagógico-populistas de Valencia: recortar las vacaciones de los profesores, poder presumir de que lo han hecho. Solo por marcarse este punto. Este es el único objetivo de toda esta comedia y este disparate de proyecto: colgarse la medalla de haber quitado a los profesores 15 días de vacaciones. Por eso digo que los profesores nos hemos quedado muy desamparados, porque este ataque cuenta con la complicidad explícita de los sindicatos, al menos de CCOO, uno de cuyos representantes apareció en televisión defendiéndolo: hasta este extremo de traición hemos llegado. Luego hay otra cosa que me intriga: los medios no paran de insistir en que la medida cuenta con el apoyo del profesorado: ¿es una manipulación más o es que a los profesores cántabros les parece bien ir al instituto en julio?

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  5. Sigo leyendo todo lo publicas, Pablo, pero no siempre estoy en situación de comentar.
    Como bien explicas el esperpento valenciano, que este curso será el tercero, en 2º de bachillerato el cuarto, y ahora con un nuevo gobierno (que se suponía enemigo del anterior y lo iba a cambiar todo jajajaja) de manera solapada se extiende por otros lugares. Cualquier cosa que sea aberrante y que perjudique primero a los profesores se extiende como la peste, su poder de contagio crece en progresión geométrica. El que perjudique seriamente a los alumnos, a la hostelería y a otros colectivos profesionales, a los días que tienen o no tienen vacaciones los padres, son "daños colaterales" que nada importan. Lo importante es que los docentes, que cobran en días, reciban leña.
    De los sindicatos no se puede esperar nada porque hace tiempo que son parte del enemigo y colaboradores del sistema. Hace poco más de un mes vino a mi instituto un liberado del sindicato vertical (ya supones que sindicato es, no voy a poner sus siglas pero hemos hablado varias veces de ellos y sus métodos inquisitoriales) Sólo le pregunté yo que pasaba con las 20 horas lectivas, los más de 30 alumnos en clase, el que haya profesores que estemos casi con 200 alumnos, los exámenes de septiembre ¡este año en junio! damos las notas el 20 y el 28 comienzan..., bueno los de 2º bachillerato el día 22..., de eso no supo decir nada, calladito como pupila de casa de lenocinio. Eso sí la burra del "plurilingüisme" intentó venderla..., pero me marché a la cafetería.

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  6. Hola, Hesperetusa, bienvenida. Empiezo por lo último: lo de algunos sindicatos ha tomado ya un cariz de sonrojante, hasta el punto de que esa denominación que usas, lo de llamar "vertical" a ese que, en efecto, reconozco muy bien, ha dejado de ser un chiste para ser una mera etiqueta descriptiva. Yo vi en el telediario a un representante de CCOO-Cantabria defender el cambio de calendario, así que, viendo después en qué consiste este y en lo desventajoso que es para el profesorado, ya no puedo sino considerar a CCOO un vasallo del poder. Y, desde luego, está claro lo que tú dices: políticos y sindicatos están actuando como casta, tanto en Cantabria como en Valencia, porque está muy claro en este caso que sus medidas no van en favor de la comunidad (esos perjuicios que tú enumeras son indiscutibles), sino al servicio de lo que su visión distorsionada y autista de los hechos les hace creer que es su conveniencia.

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