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miércoles, 20 de mayo de 2015

La condena por asalto está muy bien, pero... ¿qué hay de la estafa?

   Otra que leo en "El País". Al expresidente del Castellón, le han condenado a seis meses de cárcel y una multa por asaltar la casa de una vidente a la que había pagado 168.000 euros por un conjuro amoroso que no funcionó. Al verse víctima de una estafa -no otro nombre debe recibir lo que le hicieron a este señor, al menos, en la palurda interpretación de este guachimán-, intentó recuperar mediante un asalto digno de Peter Sellers lo que me figuro que él ya se temía que por mediación de la justicia no iba a poder recuperar, pero la vidente fue más astuta y consiguió que la Guardia Civil lo atrapara, para más detalles, leed la noticia. Está muy mal lo que hizo don José Luis Laparra, eso de querer tomarse la justicia por su mano y por medios no muy corteses, pero, ¿está bien ventilarle 168.000 euracos a un señor aprovechándose de su más que probable confusión amorosa? ¿Es lícito y honrado engañarle con el cuento de que haciendo no sé qué estupideces con flores y tierra de un cementerio conseguiría el anhelado amor de la persona esquiva? Algunos dirán esto: "Que no se hubiera dejado engañar", pero yo pienso esto otro: dada la cuantía de lo que esa señora le sacó, ese engaño fue algo más que un juego, fue una puñetera estafa. 
   ¿Prevén las leyes españolas mecanismos para proteger a los ciudadanos ingenuos, ignorantes o inmersos en un mal momento contra esas estafas? Pues yo pienso que, si no es así, deberían ponerse a ello, porque estos engaños no es que sean escasos ni desconocidos, ya que sus reclamos invaden todo tipo de medios de comunicación e incluso te los pueden dar en la mano ciertos pintorescos repartidores callejeros. Y no son pocas las personas a las que gentuza de esta ralea les ha arrebatado cantidades de dinero nunca insignificantes y, a veces -como en este caso-, descomunales. Para confirmación de lo que digo y para más inri, podéis comprobar que, en la misma noticia que os enlazo, que lleva implícita una denuncia de estas prácticas, si llegáis hasta el final, hay otro enlace que dice: "vidente africano efectivo", el cual nos conduce a esta página:
   Podríamos formular este principio: La desfachatez de los sinvergüenzas es directamente proporcional a la permisividad de los países en que se instalan. Algo habría que hacer, más aún pensando que, en muchos de estos casos, estos buitres engañan a personas de muy baja capacidad económica y les roban lo poco que tienen.

8 comentarios:

  1. No te sulfures, Guachimán, no te sulfures, que este país todavía no ha dado de sí todo aquello de lo que es capaz. Por mi parte, y disculpa mi falta de gravedad, lo que me pregunto es si de haber conseguido los favores de la dama de marras, gracias o no al conjuro, hubiera intentado igualmente "recuperar" los euracos desembolsados alegando... no sé, se me ocurremás de una razón... Por cierto, me has pisado la noticia y he tenido que escribir sobre monjas. Un saludo.

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  2. Así que de monjas, ¿eh? Mucha retranca gasta usted, don Xavier. En cuanto a la hipótesis de la obtención de los favores de la dama y la consiguiente gama de reacciones posibles, da para una enciclopedia. Un saludo.

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  3. Hola, Pablo y compañía.
    De estas inversiones hablamos en La Roda: el perpetrador acaba siendo la “verdadera” víctima. Sí, señor, como Dios manda. Yo, Pablo, como ya sabes de mi manía de ver corrupción no solo en los delitos monetarios, te voy a obsequiar con un caso mastodóntico de corrupción, de corrupción moral y de la peor, al menos para mí. Lo trascribo tal cual me lo ha enviado por correo otro de los amigos que conservo de Deseducativos. Ahí va:

    “La LOGSE les florece a los padres. Una compañera de trabajo me ha dado los resultados de una encuesta en la que los logsianos de 10 años preguntaban anónimamente acerca del sexo “en un cole logsiano”. La pregunta más llamativa ha sido “cómo se viola a una niña” (el acento es mío). La que más veces ha aparecido es “cómo se hace una cubana” (adornaban la pregunta con dibujos). Las ha habido más aniñadas, más infantiles, más propias de la edad: “a qué sabe un pene” y “cómo se hace una paja”. “Corcholis, a ver cuándo hacen preguntas tan fundamentadas de matemáticas”. Bueno, voy a ver los toros desde la barrera y que toreen lo que han criado.”

    El correo termina con un muy pertinente “Pásalo”. De esta corrupción es de la que no se habla, querido amigo, y no es menos grave que la que perpetran los chorizos que nos desgobiernan. ¿Qué clase de sistema educativo hemos creado, o qué clase de sociedad, para que criaturas de diez años, que deberían vivir en su limbo infantil, hagan preguntas como las de arriba? Y me vuelvo a repetir: mientras sigamos creyendo que aquí no nos golpea otra corrupción que la dineraria o la que cometen los políticos y los banqueros, y pasando por alto toda la porquería que rebosa en los medios de difusión accesible a los niños y toda la inmundicia moral del espíritu logsiano, instalado en casas y escuelas, estamos más perdidos que un burro en un garaje. Ni bajo tortura votaría yo a los partidos que nos han llevado a esta esperpéntica situación, ni tampoco a los que, afectados de una ceguera idéntica, solo tengan en su punto de mira la corrupción de políticos, sindicatos y banqueros. Y esto incluye a los nuevos políticos que quieran seguir con el macabro cuento de la progresía.
    Disculpa, Pablo, mi tono mal humorado, pero es que hay cosas que me pueden.
    Un abrazo.

    Raus

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  4. Realmente la encuensta es inenarrable. Empiezo por decirte que no entiendo cómo a nadie se le puede ocurrir pasar encuestas anónimas sobre sexo a esas edades. Y, desde luego, lo que a ti te preocupa, que es el cariz de ciertas preguntas hechas por alumnos de diez años, me preocupa a mí también, y mucho. Me temo que el hecho de que niños de esa edad manejen tales econceptos está en relación con la información que les llega sobre ellos, y eso se controla en casa, pero también deberíamos, como sociedad, preguntarnos acerca de los límites que deberíamos poner a la difusión de ciertas imágenes. Te pongo un ejemplo; hace unos años, tuvo cierto éxito un personaje de dibujos animados japoneses, un tal Sin Chan, una de cuyas gracias era meterle la mano a su madre por debajo de la falda, manosear por ahí y decir ciertas palabras bastante groseras. A mí me parecía particularmente odioso, pero lo cierto es que aquí lo pasaban en horario infantil. Más tarde llegó a mis oídos que en Japón esos dibujos estaban rigurosamente excluidos de los horarios infantiles. No es un ejemplo aislado, quizás aquí seamos demasiado "liberales".

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    1. No sé en qué términos se hizo la encuesta, Pablo. Tal vez lo que esperaba la maestra (presunción de inocencia) era que los críos preguntaran por la cigüeña (cosas inocentes, quiero decir) y se encontró, para su sorpresa, con aventajados aprendices del kamasutra. Lo ignoro. Pero, como a ti, me preocupan las preguntas de los niños. No hay nada nuevo bajo el sol, Pablo: sabemos de qué pie cojeamos de siete sobra. Llevamos muchos años de "todo vale", de censurar al que se escandalizaba de la indecencia que explende por doquier en esta ubérrima primavera de groserías, chorradas, malicias, libertinaje y desmadre (y despadre). Muchos años en los que el que enarcaba (el que enarca, mejor dicho) una ceja ante este espectáculo de sinvergüenzas era tachado de carca y represor. "Prohibido prohibir", ya sabes. Y así, a base de inmarcesibles primaveras sicalípticas, hemos pasado de la represión sexual de otrora a la perversión sexual de hoy. Del represor al pervertidor, sin hacer siquiera escala en eso tan raro que se llama término medio y que tanto agradaba a Aristóteles. Eso, el término medio, se ve que es demasiado anodino para nosotros. Se vive mejor en los extremos, por lo visto.
      No sé si tenemos capacidad de enmienda. Empiezo a dudarlo. De momento, y a la espera de nuevas, España me da vergüenza. Mucha vergüenza, y aunque creo que debería ser más ajena que propia, no puedo evitar que algo de esta me toque y me arrebole la cara.

      Raus

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  5. Creo que esto ya te lo he contado. Hace un par de años, vinieron por mi instituto a dar unas charlas de educación sexual, creo que destinadas sobre todo a la prevención de embarazos. Daba vergüenza ajena oír lo que aquellas personas les estaban contando a alumnos de 2º de ESO, a ratos parecía más bien una charla de nuevas técnicas sexuales. Y estas cosas entran en los centros con la vitola de programas educativos.

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    1. Sí, es verdad, me acuerdo que lo contaste. Qué genialidad es esto de provocar justo lo que pretendes prevenir.

      Raus

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  6. Es que en la educación hay hoy en día una confusión tal que no son raras perversiones como estas. Bueno, Antonio, llegó la primera hora de la verdad (la segunda será en noviembre), a ver lo que sale.

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