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sábado, 11 de abril de 2015

El chat de Casarrubuelos

   Supongo que no todos estaréis al tanto de la tormenta en un vaso de agua que se ha formado en el colegio público "Tomé y Orgaz" de Casarrubuelos, un pueblo de la provincia de Madrid de unos 3.500 habitantes, así que podéis verlo por extenso aquí y aquí, y os animo a que les echéis también un vistacillo a los foros que ha generado la noticia, donde aparecen algunas opiniones y posturas interesantes. Básicamente, el asunto ha consistido en que unos profesores de ese colegio, en un chat de WhatsApp del que parece no haber dudas de que era privado, vertían en algunas de sus conversaciones comentarios y calificativos insultantes o muy groseros contra padres, alumnos y algunos compañeros. Esto se convirtió en un problema que revolucionó a todo el pueblo cuando, el jueves 2 de abril, alguien -no se sabe quién- repartió por los buzones un escrito de cinco folios en el que se reproducían esas conversaciones. Por lo que cuenta "El País", las autoridades educativas conocían desde primeros de marzo la existencia de ese chat y esas conversaciones, ya que se las había facilitado un profesor que se había presentado ante ellas denunciando que en el centro se le acosaba, pero se abstuvieron de actuar ante las dudas de que fuera pertinente hacerlo contra unas conversaciones privadas. Finalmente, ante la dimensión que ha adquirido el conflicto -con reuniones multitudinarias, manifestaciones y abundantes protestas de los padres-, se han decidido a expedientar a siete de los  profesores e ir un poco más lejos con la directora del centro, a la que se ha suspendido temporalmente de sus funciones.
   A la vista de las frases y las palabras de los expedientados, lo primero que hay que señalar es que las cosas que dicen y el lenguaje que usan son inadmisibles y los retratan muy mal como docentes. También estoy de acuerdo con la Consejería de Educación cuando estima que la directora y la jefa de estudios debieron cortar ese tipo de manifestaciones en un chat que habían creado ellas mismas para comunicación interna entre el personal del centro, pero aquí es donde empiezan ya a surgir las dudas, por dos razones: primera, que el chat era privado; segunda, que, por lo que parece, no se creó como un instrumento de comunicación profesional, sino de charla informal entre amigos (eso es, a fin de cuentas, lo que significa "chat"). Siendo esto así, no parece muy apropiado reprobar o moderar el lenguaje de nadie: las conversaciones privadas entre amigos no pueden encorsetarse, pero también es inobjetable que este chat se había creado en el ámbito profesional, de manera que, aunque solo hubiera sido por prudencia y sin necesidad de gazmoñas llamadas al orden de directoras ni jefas de estudios, sus participantes deberían haber cuidado motu proprio su lenguaje. Que no hayan tenido esa prudencia es algo que tampoco habla en su favor y os diré que yo, personalmente, voy aún más lejos: creo que la directora no tuvo una feliz idea con la creación de un chat de esas características, pues, como su propio caso está demostrando, el alegre parloteo digital tiene una privacidad muy vulnerable.
   Pero ante estas dudas surgen ya las de más calado, es decir, las relativas a las acciones a emprender por estos hechos, y, ojo, dada la espiral en la que han entrado, ya no hablo solo de acciones a emprender por parte de la Administración, sino también por parte de las sancionadas (por alguna parte he leído que eran todas mujeres), pues quizás en algún momento puedan argumentar que se ha ido demasiado lejos con ellas, y esto no soy yo solo el que lo pienso, sino que lo he visto en algunas de las opiniones de los foros. Este asunto me recuerda a aquel de hace algunos años en que se vio envuelto el periodista Pedro J. Ramírez, el de los vídeos en que aparecía acompañado de una señora y con una vestimenta no muy adecuada a su condición, puede que lo recordéis, pero, para el que no lo recuerde, he encontrado este artículo de Arcadi Espada donde lo cuenta por extenso y a su ácida manera. Volviendo a Casarrubuelos, me lo recuerda porque, socialmente -y me temo que en el terreno particular-, Pedro J. quedó muy perjudicado por aquellos hechos, pero, judicialmente, los que fueron condenados fueron los que le grabaron sin su consentimiento y lo difundieron, ya que esto es un acto ilegal que perjudicó a su imagen pública, mientras que lo que él hizo fueron cosas no prohibidas (por feas que parecieran) y realizadas en el estricto ámbito privado. ¿No es posible que acabe ocurriendo lo mismo con las profesoras de Casarrubuelos? Está claro que ante los padres y sus alumnos se han desacreditado, cosa que es muy grave, les va a acarrear un alto coste y me temo que no va a ser fácil de arreglar; nadie duda de que sus groserías e insultos son deplorables, pero parece poco probable que, dichas en el ámbito de su chat privado, merezcan ninguna sanción severa, y menos aún, judicial, mientras que, si hemos de tomar referencia en el precedente de Pedro J., yo pienso que quien puede acabar con serios problemas es la persona que, a mi juicio con evidente intención de hacerles daño, se tomó la molestia de reproducir cinco folios de extractos del chat y buzonearlos por todo el pueblo. Esa persona, si acaba siendo descubierta, mucho me temo que tendrá que rendir cuentas. Y, si bien se mira, dado que es muy probable que se trate de alguien que participó en el chat, no es mucho mejor que las chateadoras, ya que lo que ha hecho ha sido traicionar con esmero la confianza de unas conversaciones mantenidas en privado. 
   Porque otra cosa de la que no cabe duda es que, gracias a este buzoneador furtivo, la cuestión se ha desorbitado. Si esta persona no hubiera hecho lo que hizo, la grosería y la vileza de los comentarios del chat habrían quedado en intrascendentes miserias que habrían afectado exclusivamente a sus autoras, pero, al intervenir ella, lo que estaba destinado a ser cosa fútil y olvidable, ha engordado hasta la dimensión de ofensa a todo un pueblo, y ya se habla de racismo y de llevar la cosa hasta la fiscalía de menores. Juzguen ustedes la broma. Supongo que a estas alturas no seré sospechoso de querer defender a las chatoparlantes, así que me voy a atrever a decir que convendrá de aquí en adelante tentarse las ropas antes de actuar contra ellas. He dicho ya que me parece que sus palabras las descalifican y que han sido unas imprudentes; he dicho ya que van a pagar la no pequeña pena del desprestigio ante padres y alumnos, y ahora lo que digo es: ¿hasta dónde se va a poder llegar para castigar unos hechos que, en su origen y en el ámbito en que se produjeron, miradas las cosas con sentido común, tampoco son para crucificar a nadie? Algunos de los implicados en el chat han sido simplemente amonestados y quizás la cosa no dé para mucho más. Cuando las aguas se serenen, quizás llegue un momento en que esas personas se digan que a lo mejor se las ha zarandeado más de la cuenta y les dé por pedir reparaciones, cualquiera sabe. Por lo pronto, ya están padeciendo un innegable linchamiento público, quien no me crea, que les eche una ojeada a los foros y a las cosas que dicen algunos, cosas que, para variar, llegan a ocasionales descalificaciones de los profesores en general, y más, si son de la pública: ¡los trolls al servicio de la concertada no dejan pasar una! ¿Hay para tanto? Alguna que otra voz pide que sean expulsadas de la profesión docente. ¿Hay para tanto? Estas señoras son dignas de condena, pero seamos justos con la condena, no todas las faltas merecen la guillotina.
   Para finalizar, dejaré dos apuntes. Primero: da la impresión de que detrás de todo este asunto lo que subyace es una situación muy conflictiva en el colegio "Tomé y Orgaz" y su comunidad escolar; es posible que ese sea realmente el problema que le va a tocar resolver a la Consejería. Segundo: cuidadito con las nuevas tecnologías y sus cacharritos, a ver si vamos a pasarnos la vida previniendo contra ellos a nuestros infantes y va a resultar al final que los que no sabemos controlarlos somos los adultos.

8 comentarios:

  1. Hola amigo Guachimán. Aunque esté desaparecida en combate muchos meses no dejo de leer cada una de tus publicaciones, así como las de otros amigos, pero ya sabes de mis dificultades técnicas para comentar en Blogger, que siguen sin resolverse.

    Supe de esta tormenta en un vaso de agua como calificas este asunto, hace unos días por un blog de un profesor al que sigo, aunque en la mayoría de las cosas que publica no esté de acuerdo. Coincido contigo en lo que cuentas. A mí me parece desproporcionada la importancia que se le ha dado al asunto y hay una cosa que me asusta mucho y me parece realmente grave.

    Me parece que dar importancia a la grosería y estupidez en el uso del móvil de unas maestras que seguro son gente bastante joven (deduzco que lo son por el uso imprudente que han hecho de la aplicación y el tipo de palabras que usan) es pasarse tres pueblos. Además sirve de nuevo a todos los detectores de la enseñanza pública como si los maestros y profesores de la concertada fueran ángeles de lenguaje inmaculado. Hay cosas muchísimo más graves en la enseñanza que lo que han hecho esta pandilla de memas.

    Pero lo que me asusta es que se ha dado crédito y se ha puesto en marcha un proceso público contra unas personas dando crédito a una CARTA ANÓNIMA sobre UNA CONVERSACIÓN PRIVADA y esto no parece importarle a nadie, sólo echar ácido o quemar en la hoguera (eso lo han pedido algunos) a las bobas del WhatsApp. ¿Cómo algo así no se ha investigado de inmediato, se ha encontrado al culpable y se la empapelado de inmediato? Porque lo que ha hecho eso persona, muy probablemente como dices una de las que estaba en el grupo, es un delito que atenta contra uno de los derechos fundamentales que están recogidos en las constituciones desde el siglo XIX. Dar pábulo a la carta anónima e ir por las maestras es lo que hacía la Inquisición (todas las inquisiciones europeas) que funcionaba con denuncias anónimas, como con denuncias anónimas funcionan todos los sistemas totalitarios del siglo XX y del XXI. Para acabar con eso los primeros liberales ya dejaron claro cual era el derecho de los ciudadanos y que no se podía hacer.

    El WhatsApp es una aplicación que la carga el diablo y está dando muchos problemas. Se han puesto de moda, no se como decirlo de otra manera, los grupos de madres de los alumnos de una misma clase. Por esos grupos se pasan hasta los deberes de sus hijos que no se han enterado o no han querido cogerlos en clase (más dependencia y menos responsabilidad de los nenes) Estoy segura que en esos grupos se despelleja en vivo a maestros y profesores con un lenguaje que no desmerece y probablemente supere al de estas maestras ¿Y si un profesor se entera y accede a una de esas conversaciones y la pone en público qué sucederá? Pues aparte de investigar de inmediato a quien ha accedido se irá diciendo que nos lo tenemos merecido. No hay escapatoria posible.

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    1. Encantado de volver a saludarte, Hesperetusa. Estoy absolutamente de acuerdo contigo en que esas profesoras deben de ser personas jóvenes, por el uso que hacen WhatsApp (no me imagino a mujeres de una madurez mental o cronológica teniendo ese tipo de conversación a través de un aparatejo), por la soltura con que parecen manejarlo, por el lenguaje y, sobre todo, por la imprudencia. Y, ya que lo mencionas tú, señalaré algo acerca de esos grupos de madres de los que hablas: primero, que conocía eso que cuentas de los deberes, que no es sino una muestra más de lo que pasa en algunos hogares en las que los niños son reyezuelos consentidos que luego se imaginan que todo en el mundo ha de ser como en su casa: no creas que las madres que hacen esas cosas son mucho más maduras que estas profesoras. Segundo: que, naturalmente, en esos grupos se pondrá a caldo a más de un profesor, como en los salones de las casas o en las barras de los bares, pero son CONVERSACIONES PRIVADAS que, mientras no se saquen de ahí, no deben dar lugar a reacción alguna. Por cierto, que a los profesores nos pondrán a parir o nos subirán a los altares en conversaciones privadas, como nosotros a los padres, los taxistas a los guardias, los guardias a los taxistas, los camareros a los clientes, los clientes a los camareros, los fachas a los progres, los progres a los fachas... ¿Quién no ha utilizado en más de una ocasión términos groseros y poco edificantes para criticar EN CONVERSACIONES PRIVADAS a quien le disgusta? Yo desde luego lo he hecho muchas veces, que me expedienten a mí también. Pero, acto seguido, que lo hagan también con todos los que hayan cometido el mismo delito: España se va a convertir en el país de los expedientados. Este argumento lo utilizaban unos cuantos de los participantes en los foros de "El País", y solía acompañarse de críticas hacia la gran hipocresía que se está demostrando en este corral de inquisidores, porque, como tú bien dices, no han sido pocos los talibanes que ya andan pidiendo los castigos más desmesurados para esas profesoras. Como suele ser habitual, coincidimos tú y yo en otra cosa: en que nos ha causado más inquietud el procedimiento inquisitorial con que el asunto ha salido a la plaza pública. Eso sí que debería ponernos en guardia: como haga fortuna el procedimiento de poner en la picota a la gente sobre la base acusaciones anónimas buzoneadas y de la rapiña de conversaciones privadas, estamos listos. De todo este asunto, el que más miedo me da es la persona que ha tenido la sangre fría predadora para estar ocho meses (de marzo a noviembre de 2014, que es el lapso del que salen las conversaciones) acechando ese chat para coleccionar barbaridades con las que llenar cuatro o cinco folios con retazos de conversaciones grosera. Las conversaciones son indefendibles, pero el espionaje de la privacidad y la posterior puesta en público que ha ejercido esa persona o personas sigo pensando que tienen delito. Si no es así, ya habrá conocedores de las leyes que lo determinen, porque me temo que este aspecto de la cuestión, más tarde o más temprano, va a cobrar una gran importancia. Veremos en qué queda.

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  3. Estimado Guachimán, creo que el caso Pedro J. Ramírez no tiene mucho que ver con el presente, salvo en el punto de que una grabación privada ha sido expuesta al público. A fin de cuentas, el video de Pedro J. tan sólo concernía a su vida privada, y no se vertían insultos denigrantes a terceras personas, como sucede en el chat de Casarrubuelos. Y estoy de acuerdo contigo en que hacer público el contenido de ese chat puede ser merecedor también de una sanción apropiada. Pero este caso es algo complejo, porque si has leído con atención algunos de los mensajes del mismo, podrían incluso ser asociados a casos de acoso (no hablo ahora de los alumnos, sino entre compañeros de trabajo). Imagina la situación de un grupo de alumnos que acosa a otro y se mofan de él mediante mensajes de whatsapp, y que este chat llega a manos de un profesor. ¿Debemos ignorarlo porque, a fin de cuentas, es una conversación privada, o constituye un hecho que debe preocupar al equipo docente y llevarlo a tomar medidas al respecto? Si solemos ser duros con este tipo de conductas en nuestros alumnos, ¿no deberemos serlo con mayor razón cuando se detectan entre el profesorado de un centro? Creo que este caso es una lección no para los profesores de la pública, o de la concertada, o de la privada, sino una lección para TODOS los adultos, para que pensemos las cosas un poco antes de hablar, y para que nos respetemos más los unos a los otros.
    En cuanto a la dureza de las medidas adoptadas en este caso, estoy convencido de que las consecuencias de una cosa así en otros países habrían sido bastante más desagradables para los profesores implicados. Un saludo.

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    1. Hola, Weno, era preecisamente en el aspecto de la exposción al público de una conducta privada que ha sido obtenida sin consentimiento en el que comparaba los casos de Pedro J. y Casarrubuelos, y veo que estás de acuerdo conmigo en que ese aspecto es de bastante envergadura. También estamos de acuerdo en que este es un ejemplo más en favor de que las palabras debemos medirlas, y yo vuelvo sobre algo ya dicho: cuidado con los chats, donde te puerden estar espiando sin que te enteres. En cuanto a la sanción, quiero que contemples este ejemplo: en España y en cualquier país democrático, gente con delitos muy gordos (traficantes, políticos corruptos, delincunetes de todo tipo...) han eludido el peso de la ley cuando se ha intentado condenarlos, por ejemplo, con la típica escucha no autorizada por un juez (acuérdate del caso Naseiro, pero hay centenares), y eso que se trataba de escuchas policiales, conque, ¿qué valor podrá tener para sancionar a nadie esta "prueba" obtenida y difundida como se ha hecho? Me temo que muy poco, e insisto, volviendo al ejemplo de Pedro J., en algo que ya he dicho repetidas veces: el que quizás tenga que andarse con cuidado sea el autor del buzoneo, pero yo tampoco soy jurista. La dureza con alumnos que han tenido conductas parecidas ha sido por otras razones, por ejemplo, por colgar las imágenes o los comentarios vejatorios en canales públicos, no por decirlas entre ellos, con lo que, una vez más, el que tendría en este caso más razones para estar preocupado es el buzoneador misterioso; otro caso similar en el que ha habido dureza con alumnos ha sido cuando las imágenes o los comentarios insultanters formaban parte de alguna trama de acoso, es decir, cuando se decían burradas y se le mandaban al acosado, cosa que no han hecho estas señoras. Es cierto que ellas mismas hacen un comentario (aquello de "como al Iñaki"), del que podría deducirse que alguna vez alguna de ellas se dedicó conscientemente a hacerle la vida imposible a alguien, pero eso no lo ha hecho con este chat robado, por lo que es cuestión distinta, que, desde luego, me imagino que las autoridades educativas tal vez estén teniendo ya en cuenta, ya que, casualmente, ellas tenían conocimiento de este chat porque se lo había facilitado un profesor llamado Iñaki Lopez, que había acudido ante ellas diciendo que había sido acosado en ese centro; esto, desde luego, deberá dilucidarse, pero, insisto, es otra cosa. No cabe duda de que este asunto es feo, Weno, pero no dejaré de decir que, con ser fea la groserísima conversación, es todavía más feo el asunto de haberla pirateado y difundido. Y además, es lo que ha producido conflicto: la paz de Casarrubuelos, si se ha visto alterada, no ha sido por lo que esas profesoras decían, sino porque alguien ha tomado la desafortunada decisión de ir contándolo por escrito y buzón por buzón. Un saludo.

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    2. Hola, Guachimán, tus argumentos son razonables y no quiero disentir completamente contigo. Sólo algunos comentarios que añado, sin ánimo de alargar demasiado la conversación. 1. ¿No crees que considerar una conversación de 11 o más compañeros de trabajo en whatsapp como una conversación privada es algo ingenuo? No sería nada extraño que esta filtración haya partido de alguno de los integrantes del grupo. Ya sabes que se suele decir que los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano... 2. Hablas de la paz que existía en Casarrubuelos, y yo te pregunto... ¿y si esa paz se correspondía con la paz que imponían unos pocos (por ejemplo, un equipo directivo y sus acólitos), sobre todos, utilizando técnicas no precisamente profesionales? 3. Lo público y lo privado son esferas poco simétricas: De lo privado a lo público se pasa con facilidad, mientras que es imposible hacerlo en sentido contrario (afortunadamente, existen el tiempo y el olvido, que suavizan un tanto esta asimetría). Y AHORA el chat de Casarrubuelos es público. Si se demostrara cierta la autenticidad del mismo (estoy presuponiendo eso, porque en caso contrario no hay caso, y debería haber una disculpa a los maestros u otras acciones para resarcirlos), ¿qué hacer? ¿Aquí no ha pasado nada? Si tú fueras un padre, o un maestro perjudicado por los hechos...¿Cómo reaccionarías? ¿Debe hacer la administración educativa oídos sordos? Verdaderamente, como dices, es un asunto bien feo... Saludos y enhorabuena por tu blog.

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  4. Hola, Weno:
    1.- Dados tus planteamientos y tus modos, puedes alargar la conversación lo que te parezca; ella misma, como las plantas, crecerá o languidecerá por lo que sus alientos le permitan.
    2.- Hoy estamos medio de acuerdo medio en desacuerdo, mañana esa proporción puede variar, qué le vamos a hacer.
    3.- Mi argumentario acerca de este asunto se nutre no solo de ideas propias, sino de otras que ni se me habían ocurrido y que he visto en los foros que han generado estas noticias. Concretamente, acerca de eso que dices de considerar como privada una conversación de al menos 11 personas (eran más, como tu señalas, por lo que he visto por ahí, al chat estaban adscritas 20), ponía como argumento un forero este ejemplo: imagínate una reunión familiar o una comida de "compas" del curro con 30 asistentes: esa conversación seguiría siendo privada. A efectos de ser sancionado, a lo mejor lo podrías ser si se te ocurriera lanzar una acusación o una< afirmación muy grave, si no..., me temo que "na de na"; incluso esas desagradables afirmaciones de tufillo racista me temo que no darían mucho de sí. Eso sí: de lo que tú hablas es de ser tan ingenuo como para pensar que lo dicho en un chat con tanta gente pudiera no ser filtrado: ahí estoy de acuerdo contigo al cien por cien y pienso, como tú, que la cosa no ha tenido más remedio que filtrarse desde un miembro del foro. Pero, insisto: ¿qué efectos puede tener eso a la hora de sancionar? Este aspecto es clave: las tonterías (porque miradas objetivamente, las cosas que dicen estas profesoras son groseras y bastante penosas, pero inconsistentes) que se dicen en ese chat, dichas en privado, no creo que merezcan castigo alguno.
    4.- Cuando yo hablo de la paz de Casarrubuelos, me refiero a lo que ha hecho reaccionar a la Administración, es decir, a la indignación social, a las concentraciones, a las reuniones. Esos hechos no habrían tenido lugar si alguien con muy mala leche y muy poca consideración hacia las consecuencias de sus actos no se hubiera dedicado a espiar el chat durante ocho meses, seleccionar las cosas más desagradables que decían sus componentes, guardarlas en algún archivo, volcar este finalmente en un documento de cinco folios y buzonearlo por todo el pueblo. Creo que esto está muy claro: quien ha incendiado Casarrubuelos ha sido esa malintencionada persona de móviles me temo que muy poco sostenibles; sin su premeditada y esmerada actuación dirigida a la divulgación de un hecho privado (y que, mantenido en la esfera de lo privado, habría sido inocuo), no se habría montado este follón. Créeme esto: en la Consejería de Educación, esta persona no debe ser muy apreciada.

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    1. (Continuaçao de la epístola)
      5.- Lo anterior responde en parte a tus consideraciones sobre la frágil frontera entre lo privado y lo público: entre lo bocazas (o lo dedazos) e imprudentes que fueron las profesoras y las inicuas ganas de montar lío del buzoneador, esa frontera se ha roto. Y ahí salta el conflicto que quería el liante anónimo, porque (y supongo que estarás de acuerdo conmigo) las chateadoras ni querían este lío ni lo preveían, el responsable del follón generalizado es única y exclusivamente el buzoneador, que está claro que era eso lo que buscaba. Muy bueno tu reparo acerca de si se demuestra, porque encima está eso: a estas señoras, la opinión pública ya las ha condenado sin que los hechos estén probados: ¿y si mañana se demuestra que esas palabras no son suyas, o no queda probado que lo fueran? Entonces, me hago una pregunta: ¿estaríamos ante un caso de difamación? ¿Podría decirse que son ellas las acosadas? Esta es la razón por la que yo me escandalizo, Weno: tal y como se ha planteado este asunto, aquí lo que ha habido es un linchamiento público que, incluso si al final se demostrase que el chat era de ellas, se va a basar en causas muy pobres y aireadas de forma dudosamente ética o incluso legal.
      6.- ¿Qué debe hacer la Administración? Querido amigo, maldita la gracia que les estará haciendo a los inspectores y al subdirector de área este estúpido asunto, como si no tuvieran cosas más serias de las que ocuparse. Desde luego, cruzados de brazos ya no pueden quedarse y lo peor para ellos es que, hagan lo que hagan, están en serio riesgo de meter la pata.
      7.- ¿Cómo reaccionaría yo si fuera un padre o un profesor perjudicado por los hechos? Con las que he tenido que comerme, mejor me callo.
      Saludos y muchas gracias.

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