Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
repmejor@gmail.com

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lunes, 8 de abril de 2024

El negocio de la discriminación positiva

     El Diccionario Panhispánico del Español Jurídico ofrece la siguiente definición de la discriminación positiva: "Política o programa que proporciona acceso preferencial a la educación, al empleo a la atención sanitaria, o al bienestar social a personas de un grupo minoritario que tradicionalmente ha sido objeto de discriminación, con el objetivo de crear una sociedad más igualitaria". Aunque en sus planteamientos parece una idea bondadosa o todo lo más inocua, debo decir que, en líneas generales y viendo ya desde hace mucho la abusiva aplicación que se hace de ella, está claro que los resultados prácticos a los que hemos llegado están siendo cada vez más perjudiciales, en un sentido muy claro: esa discriminación positiva que favorece a sus beneficiarios se convierte demasiadas veces en descarado privilegio e incluso en discriminación negativa para posibles competidores en la obtención del bien al que se aspira. Antes de pasar a explicarme mediante ejemplos concretos, quiero señalar algo que parece obvio, pero que puede no serlo: que no debemos confundir discriminación positiva con ayuda. Un ejemplo de la primera sería uno que ha dado mucho que hablar: el ofrecer en una oposición condiciones mejores a las mujeres que a los hombres, mientras que un ejemplo de la segunda sería el dar a las madres solteras subsidios económicos para que puedan afrontar sus gastos de forma más desahogada. No tengo nada contra lo segundo, pero sí bastante contra lo primero, y no soy el único, ni mucho menos. Ha de ser muy equilibrado y justificado el planteamiento de esta medida para no convertirla en una fuente de privilegios y agravios, y eso no es tarea fácil.

    Con todo, existe un motivo que me parece aún más poderoso para rechazarla y es que ciertas organizaciones políticas -mayoritariamente, de esa ensalada mixta llamada progresismo- la han secuestrado para beneficiarse de ella, mediante el recurso de crear falsas discriminaciones o exagerar las existentes (y a menudo discutibles) para presentarse luego como los celosos paladines de los derechos de los grupos discriminados, y así ganarse su amor, su apoyo y sus votos, ¡qué chulísimos son los progres! Vamos a comprobarlo con algunos ejemplos recientes. 

    1. Yolanda Díaz y los colectivos LGTBI. Cuando era solo ministra de Trabajo, Yolanda Díaz ya proyectó favorecer en su Ley de Empleo a los mencionados colectivos en la tarea a menudo ardua de salir del paro. Ahora que es vicepresidenta, ya ha consumado el abusivo disparate. ¿Que cara se le quedaría a usted si supiera que ese puesto al que opta se lo puede birlar un candidato menos cualificado por el solo hecho de ser homosexual, y no como usted, que es un señor que tiene el reprobable incivismo de sentirse atraído por las mujeres? No me lo cuente, no es necesario. Y lo mismo le digo a usted, señora a la que le gustan los hombres. Como alegan los funcionarios del SEPE, la adjudicación de empleos tiene que dirigirse a todos por igual y guiarse por criterios de idoneidad, capacidad y mérito, pero para Yolanda Díaz su cacicada demagógica e injusta es un avance social, así se gobierna hoy en España.

    2. Los transexuales y la izquierda. Y es que los colectivos LGTBI en general y los transexuales en particular gozan de una predilección tan desaforada como injusta por parte de nuestros gobernantes, en general de izquierdas, aunque luego la derecha también cae en este vicio, como delata la ley trans que en su día implantó en Madrid Cristina Cifuentes y que Díaz Ayuso se resiste a atemperar (o mejor aún: a derogar, pues no existen razones que justifiquen de verdad las leyes trans). Acerca de ello he escrito mucho aquí, porque estoy muy sensibilizado con este problema por lo que afecta a la educación, en la que las agresivas organizaciones de este signo han emprendido una decidida invasión, respaldadas por leyes abominables, vergonzosas. Esas delirantes leyes perpetradas por la izquierda en muchos países (entre ellos, España) han servido para indecencias como estas: desterrar la objetividad física, al permitir que cualquier persona pueda postergar su sexo anatómico REAL en beneficio de la fantasía de autodefinirse a su capricho bajo esa invención del género, es decir, introducir la irracionalidad y la subjetividad en la formulación de las leyes, que deben ser generales; perjudicar gravemente a las mujeres en beneficio de hombres -muchos de ellos, tipos abyectos- que se apuntan al "género" femenino por pura conveniencia; perseguir legalmente a quien se atreva a decir la verdad llamando hombres a hombres que lo son por su anatomía aunque vayan por la vida pretediendo que se les llame mujeres; servir de refugio y provechoso instrumento a gentuza de la peor calaña, como pederastas, violadores e incluso violadores asesinos que han sacado ventaja de fraudulentos cambios de "género" (1). Quienes hayan colaborado en el grado que sea en la construcción de este colosal desastre merecen una rotunda condena, y no hablo solo del plano moral. 

     3. La izquierda podémica y el racismo. Hasta el pasado 23 de julio, el caudaloso manantial de perversiones llamado Podemos tuvo mucho eco mediático y considerable poder político (lo cual es mucho peor, ahí están la ley trans, la ley sisí y algún que otro desastre más para demostrarlo), pero hoy su visibilidad e influencia han decaído enormemente, aunque nos han dejado a doña Yolanda Díaz para remediarlo. Esta formación, que es wokismo pinchado en vena, ha hecho de la explotación de las "discriminaciones" una floreciente industria. Hace no mucho, tuvimos ocasión de disfrutar de un sonoro trompazo, cuando denunciaron la horrible agresión de dos policías del neocapitalismo fascista a unos inocentes hombres negros en Lavapiés. Lo captó alguna de sus terminales móvil-en-mano y rápidamente lo difundieron sus medios afines. Os dejo un vídeo tomado de "El Periódico"; quería poneros el de "La Sexta", que fue donde yo lo vi por primera vez, pero... ¡ha desaparecido de internet, ay qué cucos son estos chicos! Unas horas después, y por iniciativa de algunos ciudadanos que vieron con escándalo esta manipulación y se fueron indignados a una comisaría a denunciar los hechos, se supieron las verdaderas razones de la "abominable" actuación policial contra los pobrecitos subsaharianos: intento de pagar con una tarjeta de la que desconocían el pin, amenazas e insultos contra una cajera, resistencia a la autoridad...: ¡pobres podemitas, se les escapó un espantoso abuso racista que denunciar!

    ¿Se les escaparon los negros? No hay problema, siempre les quedarán los gitanos, minorías racializadas y discriminadas no faltan. Según esta formación, España está aquejada de un lacerante racismo estructural, por lo cual hace no mucho presentó en el congreso una proposición no de ley que aboga por la inclusión, en todos los cursos del currículo escolar, del estudio del holocausto gitano y del racismo mediterráneo. Lo primero es un asunto gravísimo, pero de ningún modo tendría en nuestros programas educativos el encaje que Podemos pretende darle y lo segundo no se sabe qué es, directamente. La propuesta tiene muchas más pretensiones, una de ellas, el establecimiento de una cuota racial en las empresas. Lo dicho: el estado fascista español flagela a las razas oprimidas, de ahí la necesidad de que Podemos exija medidas de discriminación positiva que las protejan: la creación de supuestas injusticias para explotarlas como negocio, una de las especialidades de Podemos. 

    A esta suculenta ubre se agarran otras organizaciones progresistas, entre las cuales está SOS racismo, que también asegura que en el Estado español (estos tienen un fuerte sesgo separatista, lo que hace aún más lamentable su cinismo, ya que sus finas antenas no parecen captar la xenofobia reinante en Cataluña y la comunidad vasca, defendida explícitamente desde gobiernos regionales y partidos nacionalistas)  existe un montón de racismo, pero ahí están ellos para combatirlo. Voy a terminar este artículo con una curiosa iniciativa de esta abnegada ONG: exigir a la RAE que cambie su definición de racismo. Esta es la que ellos proponen que figure en el DRAE, y no en cualquier lugar, sino en el primero:

    Sistema de opresión histórico e ideológico que motiva la discriminación o persecución de otro u otros, y que alienta la subordinación mediante la idea de que las diferencias raciales -etnia, color, lengua, cultura y religión-, producen una superioridad inherente a una raza en particular: la blanca.

    Para quienes no estén interesados en la batalla cultural, este asunto será una trivialidad, cosa que ciertamente es desde el punto de vista del alcance, porque la RAE no es ni de lejos tan estúpida como para tragarse este sapo, pero, desde el punto de vista de la intención, es dinamita pura. En solo tres líneas, tenemos la formulación de dos de las pretensiones más aberrantes y malintencionadas del wokismo en su afán por cargarse la credibilidad de las democracias occidentales. La primera, eso del final: el cuento de que solo pueden ser racistas los blancos, porque el sobredimensionamiento del racismo está destinado, aparte de a crear una fuente de negocio político-económico para quienes lo explotan, a generar un debilitamiento moral en las sociedades contra las que se dirige, fomentando en este caso el sentimiento de culpa, que está formulado casi como un pecado original, ya que el que es blanco (y racista) lo es por nacimiento. La segunda es ese curioso concepto de raza que incluye extremos como la lengua, la cultura y la religión: ¿desde cuando esos rasgos son raciales? Naturalmente que no lo son, pero que nadie piense que están embutidos en esta definición por ignorancia, porque están puestos ahí por interés, beligerancia y cálculo. Suponga usted que es, por ejemplo, sueco de pura cepa. Ya sabe que por ser rubio, blanco y con los ojos azules (muchos suecos lo son), está usted en el único segmento verdaderamente racial que podrá ser acusado de racista en su país: cualquiera de otra etnia se lo podrá achacar a usted, pero no al revés. Suponga que es usted español y cristiano (muchos aquí lo son): esta socorrida definición de racismo que se ha sacado de la manga esta ONG está pensada para que, por ejemplo, puedan, si se tercia, acusarle a usted de ello un musulmán o un budista, pero, créame, no lo está en absoluto para que usted se lo pueda llamar a ellos. Su lengua española le convierte a usted también en potencial racista ante uno que hable francés, inglés, chino, urdu, hindi, árabe, suajili... ¡Y lo bueno es que también le podrán llamar a usted racista esos hablantes del vasco o del catalán que están prohibiendo el español en España!

    Así está el patio. Usted, si es blanco, es racista de nacimiento, pero ándese con ojo, porque también lo puede ser por hablar español, ser cristiano o defender la cultura... ¿hispánica, por ejemplo? Y para proteger de sus abusos a las minorías racializadas, están samaritanos como Yolanda Díaz, los de Podemos o SOS racismo, que, entre otros instrumentos para tan encomiable tarea, disponen de la discriminación positiva. Para entender lo útil que les resulta a algunos este camelo, basta con  recordar un detalle: las dos supuestas víctimas de la violencia policial de Lavapiés acusaron de racista a la cajera a la que hostigaban porque no quería aceptarles esa tarjeta de la que ni se sabían el pin, o sea, explotaron el sentimiento de culpa sembrado por el wokismo.

    Gran negocio este de las minorias discriminadas que necesitan protección.


1. Son millares los incidentes producidos en todo el mundo por los más beligerantes de estos "hombres" o por las organizaciones trans, que no vacilan en llevar ante los tribunales a quienes osen ponerles el pronombre que les corresponde, aunque no les guste. Causa satisfacción saber que hay muchos valientes que les plantan cara, a menudo, pagando un alto precio. Citaré hoy a dos escritoras: la española Lucía Echevarría (aquí tenéis un interesante artículo suyo) y la escocesa J. K. Rowling, de quien han salido estos días gratificantes artículos sobre su implicación en la guerra contra la manada transexual (Que me detengan). Si os es posible, leed este reportaje de "El Mundo", donde se habla de su fundación para acoger a mujeres maltratadas y aparece una galería de santos varones a los que ella denuncia por sus delitos y las leyes protegen porque son legalmente delicadas mujercitas.

   

jueves, 14 de marzo de 2024

Una hipótesis sobre el pucherazo en Madrid y Andalucía

  En mi anterior artículo, desarrollé una serie de consideraciones generales acerca de mi convicción de que en las elecciones del 23 de julio de 2023 se produjo un pucherazo a favor del PSOE, que se basaban en la, más que anómala, supermilagrosa trayectoria de caída y ascenso (como en las películas de boxeadores) que experimentó ese partido entre las eleciones de noviembre de 2019 y las ya mencionadas de julio de 2023. En este de hoy, voy a presentar un supuesto o hipótesis destinado a demostrar tres cosas: la inverosimilitud de esa trayectoria, lo muy poquito que habría hecho falta para amañar un resultado fraudulento en las elecciones que diese una ayudita al PSOE y permitiese la reedición de Frankenstein y, por último, que el fantástico salto electoral del PSOE en julio de 2023 daba votos y escaños que superaban con creces los necesarios para esa retención del poder que yo creo que se alcanzó mediante un falseamiento del verdadero veredicto de las urnas, con lo que ese poquito del que hablaba antes gozó de condiciones para quedar muy enmascarado. El supuesto se basará en un análisis de los resultados electorales de noviembre de 2019, mayo de 2023 (o junio de 2022) y julio de 2023 en las comunidades de Madrid y Andalucía (1).

    En Madrid, el voto válido (es decir, el compuesto por la suma de los votos a las candidaturas y el voto en blanco) alcanzó la cifra de 3.564.144 papeletas, mientras que en Andalucía fueron 3.686.377. La hipótesis de la que parto es que el pucherazo lo dio el PSOE apropiándose de votos por correo que, para que esto tuviera sentido y efecto, hubieran debido ir a los partidos que eran sus verdaderos rivales, esos con los que el PSOE tenía una necesidad vital de distanciarse al máximo, es decir, PP y Vox, por lo cual, voy dejar aquí unas tablitas con los votos de estas formaciones y algunos datos que se generan en ellos. 

Madrid

 

PSOE

PP

VOX

PP+Vox

Diferencia PP+Vox

vs. PSOE

Generales 2019

957.401

28’86%

10 escaños

887.474

24’9%

10 escaños

653.476

18’33%

7 escaños

1.540.950

43’23%

17 escaños

583.549

7 escaños

Autonómicas

2023

614.296

16’8%

27 escaños

1.599.186

47’32%

70 escaños

248.379

7’35%

11 escaños

1.847.565

54’67%

81 escaños

1.233.269

54 escaños

Generales 2023

993.870

27’88%

11 escaños

1.443.881

40’51%

15 escaños

499.733

14’02%

5 escaños

1.943.614

54’53%

20 escaños

949.744

9 escaños

Hipótesis generales 2023

598.776

16’8%

7 escaños

?

?


≥1.943.614

Entre 20 y 24 escaños

≥949.744

Entre 13 y 17 escaños

Andalucía

 

PSOE

PP

VOX

PP+Vox

Diferencia PP+Vox

vs. PSOE

Generales 2019

1.425.126

33’36%

25 escaños

877.202

20’53%

15 escaños

869.909

20’36%

12 escaños

1.747.111

40’89%

27 escaños

321.985

2 escaños

Autonómicas

2022

888.325

24’1%

30 escaños

1.589.272

43’11%

58 escaños

496.618

13’47%

14 escaños

2.085.890

56’58%

72 escaños

1.197.565

42 escaños

Generales 2023

1.459.264

33’48%

21 escaños

1.588.179

36’44%

25 escaños

668.279

15’33%

9 escaños

2.256.458

51’77%

34 escaños

797.194

13 escaños

Hipótesis generales 2023

888.417

24’1%

13 escaños

?

?

≥ 2.256.458

Entre 34 y 42 escaños

≥797.194

Entre 21 y 29 escaños

    Si miramos las tablas, se comprueba en ambas algo ya repetido y que es el origen de mi sospecha de que hubo alguna trampa en las elecciones de julio de 2023: que, mientras que en los registros de PP y Vox hay una coherencia de los resultados de esa elección con las de los comicios anteriores y con lo esperable por la acogida de la ciudadanía hacia esas formaciones, en los del PSOE, por el contrario, aparece ese gran salto en votos que, además de por su desmesura tan chocante, resulta muy sospechoso por el escaso margen que ha tenido para producirse y, sobre todo, por la incoherencia política, pues, como la experiencia demuestra, un subidón así solo es posible para los partidos que vienen arrollando por la ilusión y credibilidad que generan, es decir, por lo diametralmente opuesto a lo que inspiraba en julio de 2023 y sigue inspirando hoy el PSOE. Por eso, no me creo ese ascenso en los porcentajes de voto que presenta entre las dos últimas convocatorias en Andalucía (un 9'38%) y en Madrid (un 11'08%). Como al compararlos con los del PP y Vox aparecen estos más equilibrados y explicables, he hecho este experimento, cuyo resultado se refleja en la última línea de cada tabla: comprobar qué habría pasado en julio de 2023 si el PSOE hubiese repetido los porcentajes de voto de las precedentes elecciones, las autonómicas. Sería un 24'1% en Andalucía y un 16'8% en Madrid, y he de advertir que, al hacerlo, adjudico a este partido un crecimiento casi igual o incluso más favorable que el obtenido en ambas comunidades por la suma PP+Vox, con lo que el resultado que se le aplica en la simulación, aun reduciendo los porcentajes que realmente obtuvo, es ventajoso para el PSOE. 

    Con lo dicho en el párrafo anterior y lo visto en las tablas, aparte de quedar planteado el jueguecito que me he inventado, queda además cumplido el primer objetivo que formulé al principio: demostrar la inverosimilitud de la trayectoria electoral del PSOE en esas tres citas o, más bien, confirmarla con datos nuevos y más precisos que los que manejé en el anterior artículo. Quiero, de todos modos, añadir un último apunte que remacharía la increíble desmesura de los resultados del PSOE. Entre junio de 2022 y julio de 2023, en Andalucía tuvo un ascenso de 570.939 votos, es decir, un 64'27% de lo obtenido en la primera de esas citas. Si nos fijamos en Madrid, la subida fue de 379.574 votos, o sea, que en solo dos meses obtuvo una mejora del 61'79%: ¿qué es más difícil, creer en el pucherazo o tragarse estos registros?

    Para el segundo objetivo, señalar lo poquito que le hubiera hecho falta al PSOE para sacar un gran provecho de un fraude electoral en julio de 2023, voy a limitarme a invitaros a hacer una reflexión que seguramente ya muchos de vosotros os habréis hecho. Volvamos a los resultados de toda España y recordemos los de las formaciones que nos interesan, basta esta vez con hacerlo en escaños. El PSOE obtuvo 121, el PP, 137 y Vox, 33. Supongamos por un momento que en realidad, en este resultado, cinco de los escaños del PSOE hubiesen sido rapiñados pucherilmente a sus dos adversarios. Esto, que no parece a simple vista uno de aquellos expolios del caciquismo decimonónico, habría tenido sin embargo un efecto demoledor, porque pensemos que, de no haberse producido, el PSOE se habría quedado con 116 diputados y, por tanto, la suma PP+Vox habría pasado de sus deprimentes 170 escaños de hoy a 175, que hubieran significado la pifia de la operación Frankenstein, pues recordemos que sin duda se les habría unido el voto de UPN, que hubiera sido el 176, con lo que todo este putrefacto guiñol que estamos padeciendo desde hace casi ocho meses se habría quedado sin montar. 

    Ya sé que la realidad ha sido muy distinta, pero estoy hablando de otra cosa: mi convicción de que en julio de 2023 hubo un pucherazo, que se basa en los datos que llevamos vistos en este artículo y en el anterior y en que, a la vista de su trayectoria, de sus aliados, de los planes de Frankenstein 2 y del pozo apestoso de corrupción que se está destapando estos días, yo creo a Pedro Sánchez muy capaz de haber dado ese pucherazo. Me lo imagino en la noche del 28 al 29 de mayo de 2023, desolado por el descalabro y aterrado por la seria amenaza de ser desalojado del gobierno. Él mismo ha desvelado en alguna ocasión que esa noche pasó largas horas deliberando con sus colaboradores más directos acerca de la fecha en que se debían convocar las generales, y que fue él quien tomó la decisión de que fuera el 23 de julio, y hasta ha explicado las razones, pero me temo que no ha dicho la verdad, porque estoy demasiado acostumbrado a verle mentir. ¿Creéis probable que en algún momento acariciase la idea de hacer trampas, de buscarse algún medio ilícito para asegurarse la victoria? Yo no lo creo probable, lo creo seguro, y no porque sea un tipo suspicaz, que no lo soy, sino por motivos muy fundados y de dominio público, explicados aquí y aquí. Y, a fin de cuentas, estamos hablando del falso doctor que indultó a unos golpistas y quiere amnistiar a otros con el propósito de conservar el poder a un precio tan abyecto, una persona que ya ha dado múltiples y poderosas muestras de su nula credibilidad.

    Sucede además que el saqueo pudo ser de bastante más que cinco escaños. Si en las generales de julio de 2023 en Andalucía y Madrid el PSOE se hubiese quedado en unos números y porcentajes iguales a los de las precedentes autonómicas (que hubieran sido no ya razonables, sino incluso muy elevados para su trayectoria), su distancia con PP+Vox habría sido tan abismal que habría sufrido un derrumbe electoral de proporciones apocalípticas, es decir, eso que lleva cinco años ganándose. Con el resultado real, la diferencia en Andalucía fue de 13 escaños, pero con el del modelo, hubiera oscilado entre los 21 y los 29, mientras que en Madrid se habría pasado de los 9 reales a un mínimo de 13 y un máximo de 17 (2). Traducido: entre estas dos comunidades aportaron el 23 de julio al PP y Vox una ventaja de 22 escaños, pero, con unos resultados realistas e incluso generosos para el PSOE, aunque menos milagrosos e increíbles que los que yo impugno, la diferencia habría oscilado entre los 34 y los 46 escaños, o sea, que habrían sumado entre 182 y 196 escaños: adiós a Sánchez y sus risotadas en el Congreso para escarnecer a un rival, adiós a Frankenstein 2, adiós al triste espectáculo de la impresentable y algo más que sospechosa Francina Armengol tomándole juramento a Leonor, adiós a la amnistía para Puigdemont y sus hordas.

    Todo lo expuesto hasta aquí es una elucubración, aunque inspirada en indicios reales. Quienes crean en Pedro Sánchez, su gobierno y el PSOE pensarán sin duda que es una pérdida de tiempo o incluso un disparate, pero, con quienes hayan perdido esa confianza, podrán darse dos casos: habrá algunos que, aun con todo, tal vez entenderán que ni hubo ni fue siquiera posible un pucherazo en julio de 2023, y quizás piensen de igual modo que este artículo es un disparate (o quizás no), pero me consta que también hay quienes creen que sí que lo hubo, y no son cuatro conspiranoicos desperdigados, y a estos seguramente lo que planteo aquí no les parecerá ninguna tontería. 

    En este artículo y el anterior he explicado algunas de las razones que hacen sostenible la sospecha de pucherazo, pero para cualquiera, incluso para quienes la compartan, el siguiente paso a que empujaría la lógica sería formular esta pregunta: ¿y cómo se hizo? Esta es la gran incógnita, no solo porque representa el formidable escollo que dificultaría enormemente que un proyecto de pucherazo se convirtiese en realidad, sino además porque, para quien se pusiera a la faena, supongo que habría múltiples formas de llevarla a cabo. Mi opinión es que en este caso se hizo a través del voto por correo, por razones que ya han quedado expuestas en otros artículos, pero reconozco que podría haber diversos conductos y, dentro de estos, múltiples formas de proceder. A elucubrar sobre esto no me atrevo, ya que sería una tarea excesiva. 

1. Para este jueguecito que me he inventado, basta -y hasta sobra- con dos comunidades. Descarto Cataluña porque ahí no hubo autonómicas en 2023 y me he decidido por Andalucía y Madrid porque son las que recibieron más voto por correo y las que presentan resultados más abismales en la estrambótica trayectoria electoral del PSOE a lo largo de esas tres convocatorias. Los datos de resultados los saco de las siguientes fuentes:

-Para las generales de 2019 y 2023, tanto para Andalucía como para Madrid: El Mundo.

-Para las autonómicas de Madrid de 2023: Asamblea de Madrid.

-Para las autonómicas de Andalucía, que se celebraron en junio de 2022: Junta de Andalucía y BOJA.

2. Naturalmente, todo esto es una hipótesis: hipotéticas son las cifras que le atribuyo al PSOE e hipotéticas son también las que les doy a PP y Vox. En estas me guío por el siguiente razonamiento: dado el planteamiento general del modelo, tendrían que obtener en él como mínimo los votos que obtuvieron en los resultados reales de las consultas (representaría el supuesto de que ni uno solo de los escaños usurpados por el PSOE les hubiera pertenecido a ellos) y el máximo lo fijaría el supuesto de que todos los escaños birlados por el PSOE hubieran sido de esos dos partidos. Lo explicaré tomando como ejemplo el caso de Andalucía. Con la variación sugerida en mi hipótesis, el PSOE habría obtenido ocho escaños menos que en las elecciones reales, por lo tanto la variación mínima posible del par PP+Vox habría sido de esos ocho escaños.

domingo, 10 de marzo de 2024

Por qué estoy convencido de que el 23 de julio de 2023 hubo un pucherazo

     Quizás algunos recordéis que el 13 de julio del año pasado publiqué un artículo en el que mostraba mi inquietud por el hecho de que Pedro Sánchez, después del severo correctivo sufrido por el PSOE en las elecciones autonómicas del 28 de mayo, se hubiese apresurado a adelantar las generales al 23 de julio, una fecha que pillaba a media España fuera de casa, y no ocultaba mi temor de que el personaje que ocupa la presidencia del Gobierno maquinase alguna trampa e incluso albergase la intención de intentar un pucherazo, temor cuyas razones exponía en el artículo. Retomé este asunto en otro del 29 de agosto, en el que añadía algún matiz nuevo, cosa que voy a volver a hacer hoy, pues no solo sigo convencido de que las elecciones de julio de 2023 no fueron limpias, sino que además esta convicción se ha reforzado a la vista de las informaciones que han ido saliendo en los últimos días y que siguen fluyendo y aumentado con generosidad, las cuales nos muestran la falta de límites que es capaz de alcanzar el PSOE de Sánchez en materia de corrupción: quienes son capaces -entre innumerables abusos más- de aberraciones como todo ese aluvión que está saliendo tras tirar del hilo de Koldo García, o de esa barra libre para delincuentes que es la amnistía a Puigdemont, o de hacer presidenta del Congreso a Francina Armengol pueden muy bien dar un pucherazo electoral.

    Hace unos días me entretuve en elaborar una tabla con el voto por correo registrado en todas las comunidades autónomas y los resultados en ellas de las fuerzas políticas nacionales más relevantes. Como completo resulta un poco largo, os voy a dejar aquí solo lo referente al conjunto del territorio nacional y a Madrid, Andalucía (que celebró sus autonómicas el junio de 2022, pero, a los efectos de este artículo, esto no tiene ninguna influencia), Valencia y Cataluña, que son las comunidades que registraron más voto por correo, pues ya solo con estas se podrán sacar conclusiones muy significativas. En el eje de ordenadas figuran los territorios, acompañados de una cifra, que es la cantidad de votos por correo que hubo en cada uno de ellos en julio de 2023. En las cuadrículas hay tres cantidades, la primera de las cuales refleja los votos obtenidos por la formación que corresponda en el territorio indicado en las generales de noviembre de 2019; la segunda, en las autonómicas de mayo de 2023 y la tercera, en las generales de julio de 2023. Así quedó todo:

 

PSOE

PP

C’S

VOX

PODE-

MIA

España

2.471.935

6.792.199

6.288.907

7.760.970

5.047.040

7.046.634

8.091.840

1.650.318

--

--

3.656.979

1.608.187

3.033.744

3119.364

--

3.014.006

Madrid

592.241

948.751

614.296

993.870

879.667

1.599.186

1.443.881

319.310

52.925

--

647.924

248.379

499.733

459.030

783.633

550.389

Andalucía

377.678

1.419.826

888.3255

1.459.264

874.080

1.589.272

1.588.179

344.218

121.567

--

867.334

496.618

668.279

555.787

452.987

520.826

Valencia

170.518

697.596

691.715

845.159

583.121

863.043

918.415

195.374

--

--

467.019

302.885

412.027

512.862

349.096

399.405

Cataluña

251.324

794.666

--

1.213.006

287.714

--

469.117

217.935

--

--

243.640

--

273.023

549.173

--

493.548

    Aunque los datos son muy claros y por tanto cada uno podrá sacar sin dificultad sus propias conclusiones, voy a dejaros las que yo considero más importantes. 

    En primer lugar, os señalo el bajón que dio el PP en Madrid entre mayo de 2023 y julio del mismo año: 155.305 votos, un fenómeno que yo creo que hay que atribuir casi en exclusiva a la diferencia de tirón entre Ayuso y Feijoo, pero esto es una mera curiosidad y será lo único que comente en torno al PP en particular. 

    En segundo lugar, dejando a un lado el ya conocido dato de que el voto por correo de julio de 2023 fue con enorme diferencia mucho más alto que en otras elecciones, quiero llamar la atención sobre la gran distancia que ese voto alcanzó en Madrid con respecto a otras comunidades: un 63% más que el de Andalucía y más del doble del catalán, y eso que ambas comunidades están más pobladas que la madrileña. Y el valenciano lo multiplica por más de tres, ¡qué bien sabía quien puso las elecciones a finales de julio a qué comunidad iba a afectar más eso del voto por correo: justamente a la que ya lleva varios procesos electorales cavándole la tumba al PSOE! 

    En tercer lugar, llama la atención que el PSOE, a pesar del inevitable desgaste del poder, a pesar de lo impopular y errado (cuando no desastroso) de sus políticas, a pesar de la discordia sembrada por bastantes de sus líderes y a pesar de que Sánchez es tan odiado en todo el país que apenas puede pisar la calle... ¡sube considerablemente en todos los territorios los votos que obtiene entre las generales de 2019 y las de 2023! Esto ya resulta bastante inexplicable, pero lo será todavía más si nos fijamos en los lugares en los que se celebraron también las autonómicas de mayo de 2023, todos los aquí presentados salvo Cataluña. En los cuatro se produce el movimiento lógico y yo diría que inevitable en las circunstancias ya descritas: un bajón del PSOE fruto del castigo del electorado a sus atropellos y disparates, en algunos casos muy fuerte, como en Madrid o Andalucía, donde el correctivo es brutal. ¿Cómo se explica que solo dos meses después el ascenso sea tan enorme que se llegue incluso a superar el número de votos de aquellas elecciones de 2019? ¿Acaso el PSOE se volvió virtuoso en cincuenta y seis días? NO. ¿Fue el resultado de la buena campaña del PSOE? Tampoco, porque empieza por no ser tan buena, pues se basó sobre todo en falsas promesas (en las que ya solo creen los muy convencidos) o en descalificaciones a los adversarios, que, en todo caso, pudieron servir para restarles votos a estos, cosa que además no está nada clara, pero no para aumentar los del PSOE, y no olvidemos que Sánchez no ganó ninguno de los debates en los que intervino. ¿O fue quizás el rédito de las malas campañas de Vox y el PP? Pienso que esto sobre todo les perjudicó a ellos, pero nada garantiza que beneficiase al PSOE, y por otra parte no olvidemos que, si bien Vox bajó mucho, el PP subió muchísimo, tanto que ganó las elecciones, aunque Pedro Sánchez no se diese por enterado. 

    Admito que de todas estas cosas tal vez sacó el PSOE algún beneficio, pero es que lo suyo no fue "algún beneficio" sino un subidón tremendamente alto, tan alto que es inexplicable. O quizás algo más que inexplicable, como creo que puede demostrarse si nos paramos a analizar un poco sus  resultados en el conjunto de la nación. Entre noviembre de 2019 y julio de 2023, el deplorable PSOE de Pedro Sánchez ni pierde votos por el desgaste -como era lo esperable- ni se queda como estaba ni gana un testimonial puñado de papeletas, sino que obtiene un incremento de 968.771 votos, o sea, un 14'26% se dice pronto, solo un milagro haría esto creíble. Pero sucede que aún podemos rizar el rizo, porque, si comparamos los votos que el PSOE obtuvo en mayo de 2023 con los que obtuvo en julio de ese mismo año, nos sale que este partido impopular, mentiroso, errático, sometido a los aliados más abominables e incompetente al máximo, EN SOLO DOS MESES, ¡aumentó su resultado en 1.472.063 votos (1), es decir, un 23'4%! 

    Esto no es ya un milagro, sino un supermilagro. ¿Vosotros creéis en los milagros? Yo, no, y menos aún, en los supermilagros. Y si hay alguien en quien no creo, es en Pedro Sánchez, cosa que no es necesario razonar, ni en sus esbirros del PSOE ni en sus aliados políticos ni en los medios y comunicadores que militan a su servicio, algunos, con una vileza y una sumisión sonrojantes, produce arcadas verlos estos días intentando tapar las vergüenzas kolderas o vender la amnistía como algo diametralmente opuesto a la vil traición a las leyes, a la  nación y a la mera decencia que es (2). 

    Y como no creo en estos, ni en milagros, ni en supermilagros, estoy convencido de que el 23 de julio de 2023 hubo un pucherazo en las elecciones. Esta me parece una de esas ocasiones en las que la explicación más fácil es la que lleva a la verdad.

1. Se puede muy razonablemente objetar que esta operación está realizada de una manera asimétrica y suministra por lo tanto una información inexacta, pues, mientras que en las elecciones generales de julio aportaron votos todas las comunidades (y Ceuta y Melilla, que no he incluido en la tabla general de la que saco este artículo, reconozco que en parte por no alargarla demasiado con datos no muy relevantes y en parte por pereza, aunque debiera haberlo hecho), en las autonómicas de mayo hubo cuatro que no participaron y, por tanto, al no aportar sus votos a la tabla, desvirtúan el balance entre ambos procesos. Esto es innegable, pero es de una importancia menor, por razones que explico a continuación. En primer lugar, de los 1.472.063 votos de diferencia que hay entre ambos procesos, 1.313.138 los aportan doce de las trece comunidades que tuvieron elecciones autonómicas en mayo, lo que significa que la diferencia que queda tras hacer esta precisión, 158.925 votos, sin ser pequeña, tampoco es tan grande como para desmentir el hecho principal: que hay un sorprendente aumento del voto al PSOE en apenas dos meses. Con la nueva cifra, la diferencia porcentual sería del 20'88% y la verdad es que no tengo claro si no es todavía más contundente que la anterior, teniendo en cuenta que la suministran entre solo doce comunidades. La que queda por comentar aquí es Castilla La Mancha, la cual es la única en que el PSOE bajó entre mayo y julio de 2023, y lo hizo en 100.537 votos, no pocos, lo cual me temo que tiene mucho que ver con la postura cada vez más crítica de don Emiliano García Page frente al sanchismo. En segundo lugar, podríamos hacernos esta pregunta: ¿cuál es el balance entre mayo y julio de 2023 en esas trece comunidades que participaron en ambas convocatorias? La respuesta es esta: el PSOE obtuvo 4.090.807 votos en las autonómicas y 5.303.108 en las posteriores generales, lo que representa un aumento de 1.212.301 votos, es decir, un 22'86% de incremento. Se mire por donde se mire, todo apunta hacia un anómalo crecimiento del voto del PSOE entre ambas convocatorias.

2. Estos dos artículos de UTBH reúnen una buena antología de conductas rastreras: UTBH1. UTBH2.